Amy.
Junio.
Faith cumplía sus cuatro meses y tuve la idea de celebrarlo con un traje de fresitas. Mi madre lo había hecho y estaba sumamente hermosa y se veía tierna. Ya estaba más juguetona y se reía aún más. Pero también se seguía despertando por las madrugadas. Solo lo hacía menos. De siete a diez veces, solo eran cinco a tres veces. Con este cambio, a Angelina le dio la oportunidad de descansar, de hacer sus tareas y de estudiar. En muchas ocasiones los chicos se ayudaban el uno al otro. Y eso era algo que a todos en casa nos gustaba, aunque, en algunas excepciones, a la señora Teresa no, pero a Theo y a todos en casa nos daba igual.
Al día siguiente que Faith cumplió sus cuatro meses, yo iba saliendo de la casa y noté al otro lado de la calle un auto que se me resultaba muy sospechoso, pues, el vecino que yo sepa no se lo había comprado y parecía no tener la necesidad de hacerlo. Antes de cerrar la puerta, la señora Gisel me detuvo para darme mi comida que ya estaba olvidando.
–siento que, quien sea que esté dentro de ese auto negro, nos vigila.
–no eres la única mi amor que, siente eso. Yo lo vi cuando llegó a eso de las dos de la mañana, pero nadie se bajó. –comentó la señora Gisel al arreglar mi cabello.
–creo saber quién es.
–la señora Paula. –dijimos al mismo tiempo.
–es obvio que es ella o algunos de sus guardaespaldas que mandó a vigilarnos. Tengo entendido que Angelina no le responde ninguna de sus llamadas. –agregué con seguridad al dar una mirada de asesina a la persona que estuviera dentro.
–ven. Te quiero dar algo. –me pidió. Yo volví a entrar. La señora Gisel me dio un gas pimienta. Ella misma lo guardó en mi bolso. –protégete con esto. No es mucho, pero puede servirte y recuerda las tácticas que te ha enseñado Mauricio en defensa.
Yo solo asentí y volví a salir. Cuando me encontraba en la parada de bus, el auto se estacionó justamente frente a mí. Seguí viendo mi celular, el cual Mauricio me regaló. Cuando levanté mi mirada, un tipo no dejaba de quitarme sus ojos mientras hablaba por celular.
Unos cuarenta minutos después, llegué a la alcaldía. Dejé mis pertenencias en mi escritorio y cuando estaba por sentarme, una compañera me avisó que la señora Paula me necesitaba.
Antes de entrar, toqué la puerta. Ella me dio el permiso de pasar y cuando la vi, su mirada seria, como llena de rabia, pasó por todo mi cuerpo.
–¿por qué no me dijiste que vives con mi hija? ¿Por qué no me dijiste que tienes un hijo con mi hijastro? ¿Por qué no me dijiste que Waldo ha estado ayudando a Angelina durante todo este tiempo? –preguntó la señora Paula mientras se levantaba en cada pregunta que me hacía.
Se quiso mostrar como si tuviera el poder en mí al hacer tal gesto y al mirarme de una manera intimidante. Yo me levanté también y reposé mis manos en su escritorio y le di la misma mirada. No me iba a dejar.
–no tengo que decirle si vivo o no con Angelina. Ese es su problema. Además, usted no es su madre. Dos, tampoco tengo que estar diciéndole que tengo un hijo con Mauricio. Eso a usted no le incumbe. ¿O es que nos mantendrá? Tres, mucho menos debo estar contándole que Waldo ha estado ayudándonos porque es algo que a usted no debe interesarle luego de haberle dado la espalda a su PROPIA HIJA, y de haber despedido a Waldo por un acto de idiotas. –enuncié con rabia. No iba a permitir que esa vieja loca me hiciera tener miedo. –ya supérelo. Jamás conocerá a Faith. Jamás podrá recuperar a su hija. Jamás será feliz.
La señora Paula solo soltó una risa de maniaca. –estás despedida. No quiero volverte a ver por aquí.
–en realidad me está haciendo un favor. Los que creen tener el poder en sus manos, son los que con mínima cosa se derrumban. –comenté antes de darme la vuelta. –por cierto, espero una buena liquidación. He sido la única quien ha aguantado sus borracheras y otras cosas más. –agregué antes de cerrar la puerta y le di una sonrisa, ya que, en momentos en el que una persona se siente vencido por alguna discusión, una sonrisa es los que los hace sentir más miserables.
ESTÁS LEYENDO
Madre adolescente
Teen FictionLa vida de Angelina era muy lujosa. Tanto, que trataba a los demás como personas insignificantes por no estar a su nivel. Su madre era la alcaldesa y su padre, fallecido, era dueño de una compañía de moda. Hasta que, fotos y vídeos íntimos fueron f...