Capítulo 59

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Amy.


Cinco días después.

Mi relación con Mauricio ha estado iniciando. Me siento muy feliz por esto. Ya no siento miedo y ni preocupación, ya que, él ya es un hombre independiente, que ya no está siendo controlado por el estúpido de su padre. Del cual espero que sufra lo mismo que he tenido que sufrir por su culpa.

Me encontraba en la universidad donde estudia Mauricio. Es tan grande que me siento cansada de estar caminando tanto para encontrar la facultad de Dalila. ¡Sí! Sé que se escucha extraño. Estoy aquí para hablar con ella.

Sintiéndome ya rendida de no encontrarla, me dirigí a la entrada principal para ya entonces esperar a mi amado. Gracias a esto, la encontré sentada en una esquina. Jugaba con sus dedos, movía uno de sus pies acelerados y estaba cabizbaja. Se notaba lo muy triste que estaba. Es que, yo también lo estaría si me hubiese tocado pasar el incómodo y doloroso momento que vivió cuando Mauricio y yo nos reencontramos.

Estando a unos cuantos pasos de ella, me detuve. Y solo permanecí mirándola con mis ojos algo humedecidos. A mi mente llegó esa madrugada cuando ella bajó con un bolso donde estaban sus pertenencias que dejaba en la habitación de Mauricio. Y que, con su mirada de abatimiento y quizás de hasta de la ira que sentía por mí, en ese momento, ocasionó que yo me sintiera peor. Quise levantarme para hablar con ella, pero, Angelina apareció y lo único que pude hacer fue, llorar. Me sentí muy mal conmigo misma. Me sentí la villana de la novela, cuando en sí, siempre he sido la buena, la que alegra y la que no mata ni una mosca.

Volví a mí en medio de muchos estudiantes, los cuales salían de la universidad. ¿No es muy temprano para ya irse? Pensé. Pero ignoré esa incógnita y me fui acercando lentamente, hasta que, me armé de más valor, me senté sin decir ni una palabra y la abracé.

–lo siento tanto Dalila. Disculpa por haber llegado nuevamente a su vida.

Ella se asustó sorprendida por escucharme. A los segundos también me abrazó. –no te preocupes, Amy. Las almas que están destinadas a estar juntas, siempre lo estarán, sin importar los desafíos o la distancia y sin importar que sus caminos se separen. Siempre se volverán a unir.

Dejé de abrazarla y la miré. Limpié una de sus lágrimas y le sonreí. –eres hermosa Dalila. Verás que tu alma gemela aún debe estar vagando solito por ahí o quizás perdiendo su tiempo con alguna chica.

–espero que se tome su tiempo. Yo lo necesito para sanar esta herida.

Le sonrío. –gracias por haber cuidado mucho de él. Él me comentó que siempre lo apoyaste y que eso de tu parte, siempre será algo que valorará. Ambos esperamos, en realidad todos esperamos que puedas alcanzar cada una de tus metas en tu nuevo trayecto de vida y que encuentres tu verdadera felicidad. Recuérdanos siempre y cuando necesites con quien hablar o necesites ayuda, sabes que todos estaremos para ti. Nunca lo dudes.

Dalila solo me asintió dejando salir sus lágrimas con confianza. En esta ocasión ella me abrazó con mucha fuerza.

–ahora cuida y apoya tú de él. Jamás lo abandones. –pidió en un susurro. Luego me soltó para volver a poner su mirada en mí. –cuida también de Angelina. Cuídala como si fuera tu hermana menor. Sabes que ha tenido muchos problemas. Y cuida de su bebé.

–eso lo haré con gusto.

–gracias. Y cuídate tú también y de tu familia. –noté que el sonido del claxon de un auto la hace voltear y de seguido también colocarse de pies. –ya llegó mi mamá.

También me coloco de pies. Le vuelvo a sonreír como por quinta vez y nos volvimos a abrazar por tercera vez. –espero vernos cuando las aguas estén calmadas.

–te estaremos esperando.

Dalila se dio la vuelta y con tan solo de haber dado unos cuatro pasos, se detuvo y me vuelve a mirar. –¿por qué le pusiste el segundo nombre de Mauricio a tu hijo, siendo él tu ex?

Quedé en silencio. Nunca nadie me había preguntado algo así. Aunque, era obvio que causaba muchas preguntas ese hecho de que le pusiera el nombre de mi ex a mi hijo.

–simplemente, sentí que era el indicado para él.

Dalila primero me miró con sospecha y luego me sonrió. –y sí que lo es. –fue lo último que dijo luego de subirse al carro.

Saludé a su madre por educación, pero ella nada más me miró con rabia. Muy seria. Tal vez ya se tuvo que haber enterado de todo lo que tuvo que pasar su hija. No muchos estamos de acuerdo de que no nos gustaría ver a nuestros hijos sufrir o llorar por un amor no correspondido.

Continuamente. Me di la vuelta y vi que el amor de mi vida venía hacia mí. Una hermosa sonrisa en sus labios se marcó apenas lo vi. Era increíble el hecho de haberme encontrado con él. Era una sensación hermosa. Corrí hacia él y nos abrazamos. Me levantó y nos plantamos un beso en medio camino de los estudiantes.

–¿ya te sientes mejor por haber hablado con ella?

–sí. Mucho mejor.

–me alegro. Por cierto, Theo me mandó a decir por parte de Angelina que ya tenían casi todo preparado.

–pero, Theo tenía clases hoy.

–se quedó para estar pendiente de todo.

–y de Angelina también. Y al parecer, aún no te quiere hablar. ¿Por qué? –pregunté mientras abría la puerta del auto, sin embargo, no recibí una buena respuesta por parte de Mauricio.

–no es nada. –respondió mientras colocaba de su cinturón de seguridad. Y al ver que yo aún no me lo había colocado, lo abrochó también. Tan solo que, al hacerlo, no parecía muy feliz. Me miró con una sonrisa y besó mi frente.

–no entiendo. De verdad que no lo entiendo. –pronuncié empezando a sentirme algo enojada. Yo quería saber qué era lo que sucedía, ya que era momento de no guardarnos más nada y apoyarnos, pero él, estaba reservado. –no logro entender por qué ella está así contigo. Es que... no... no puede ser. Por favor, son Angelina y Mauricio, los únicos hermanos que he conocido que no pelean como perro y gato.

Mi amado soltó una risa al arrancar el motor del carro. Sé que disfrutaba verme así. Como en los viejos tiempos.

–solo fue un error que cometí y del cual pronto solucionaré y hablaré contigo.

–uhm. Está bien. –pronuncié enojada. Pero solo lo fingí para recibir por parte de mi amado un poco de su amor y más de sus ricos besos.

Estamos juntos nuevamente. Me siento muy feliz. Siento que mis días han cambiado. Según Angelina sonrío un poco más y no se equivoca en eso. Todo dentro de mí se siente reparado. Pero, aún tengo ese peso encima que se llama Yael, mi hijo.

Con el pasar de unas horas, nos encontrábamos en la casa. En mi nuevo hogar. Un hogar el cual primero fue construido por dos personas maravillosas y especiales para mí. Y del cual ahora, integraremos tres más.

Al entrar, uno de mis ojos soltó una lágrima. Ver a mi madre ya adulta y a mi hijo en un mejor lugar, me llenaba de felicidad.

Sé que esta es larecompensa que Dios guardó para mí, después de tantas luchas y de tantaslágrimas, de enojo, depresión y de derrotas que tuve que derramar por lasmadrugadas. Esta es mi recompensa. Reunirme con el verdadero amor de mi vida,así como lo hizo mi madre, tener una mejor casa en donde mi niño pueda crecersin ningún tipo de peligro, así como lo hice yo, y volver a encontrar lafelicidad que una vez me fue arrebatada.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora