Capítulo 60

23 2 0
                                    

"El capítulo de una gran y hermosa confesión" -Espero y lo disfruten. 

Mauricio.

Ver esa sonrisa en sus bellos labios. Sentir los apretones que le suele dar a mi mano de la emoción que siente y el simple hecho de tenerla a mi lado, me hacía sentir el hombre más afortunado de la tierra, por haber encontrado y reencontrado a su alma gemela. Ya no podía resistirlo más. La abracé, porque también me sentía muy feliz de que ella y su familia se mudaran con nosotros.

Sé que vendrán mejores días, nuevas experiencias memorables y más ambiente familiar, de armonía y de paz a este hogar. Aquí, habíamos llegado solo dos polluelos. Uno quien soltó sus alas para encontrar libertad y al otro a quien no solo le cortaron sus alas, sino también patearon y lastimaron. Y ahora, a nosotros se une una pequeña pero muy fuerte familia.

–quiero limpiar. No me siento nada bien si alguien más lo hace. –escuché que dijo Amy al soltar mi mano para ahora agarrar una escoba.

–no te preocupes hija, Angelina, Theo, la señora Gisel y Waldo han limpiado toda la casa. Así que, deja eso y cuida de tu cuñada. –comentó la señora Belén estando sentada en el sillón, mientras veía sus novelas y tomaba de su café. Para ella, esa siempre ha sido la mejor combinación para disfrutar del silencio.

–voy a buscar a Angelina. Ya no debe hacer más nada.

–cuidado, nadie venga. No opinen. No vean mi trasero. Estoy aquí obedeciendo órdenes y... ¡Listo! –escuché a Theo cuando se encontraba bajando las escaleras de espalda, mientras pegaba corazones en la pared, tiraba pétalos de rosas y colocaba unas velas artificiales de manera intercalada en las escaleras.

–¿cuál es el propósito de todo esto?

–para que sigan ese camino a su habitación matrimonial. –respondió un Theo todo sudado, despeinado, sin camisa, con una gran sonrisa.

Amy soltó una risa junto a su madre. –nos estamos mudando, no casando.

–¿a quién se le ocurrió esta terrible idea? –pregunté con media sonrisa y ceño unido.

–¡a mí se me ocurrió! –respondió Angelina en su tono de voz enojona la cual no ha cambiado durante todos estos días conmigo.

–¡y fue la mejor! –agregó Theo estando a un lado de mi hermana.

Ambos chocaron las manos, los puños y la cintura, para terminar de manos agarradas. Lo cual, me hizo sentir enojo. Ya que... ¡NO QUIERO QUE NINGÚN CHICO VUELVA A VER O A TOCAR A MI HERMANA! A excepción de Dylan, quien es su mejor amigo. Además, ese Theo piensa que yo no tuve su edad y no me sé esas estrategias de coqueteo que está usando con ella. Me calmé. Respiré contando hasta tres.

–si se te ocurrió a ti, entonces fue la mejor idea hermanita. Gracias por eso. Y tú –señalé a Theo. –¿te podrías colocar un suéter?

–¡no! –escuché que prácticamente gritó la señora Belén de un salto. –el cuerpo de ese joven no puede ser tapado en mi presencia. Es más ¡Theo! Has lo que me gustó que hicieras.

–¿qué te gustó que te hiciera mamá? –enunció Amy sorprendida cuando casi escupe de su sorbo de agua.

–sus pechos, como los mueve. A Angelina también le gustó y se lo tocó. –respondió mi querida suegra en medio de risas. Yo era el único serio en medio de la sala. Amy lo notó y se acercó conmigo.

–quita esa cara. Alégrate. Ambos estamos juntos por fin. –me besa y se me acerca al oído. –si vuelves a relucir esa hermosa sonrisa, te prometo que te modelaré unas lencerías que compre hoy. –pronunció sensualmente lo cual provocó que me erizara. Pero, aun así, permanecí serio, hasta que ella se coloca frente a mí y me mira provocadora al morder sus labios y yo, caigo. Sonrío al acercarla a mi cuerpo y le planté un beso.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora