Capítulo 10

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Luego de que saliéramos de las clases, me encontraba nuevamente en la cafetería junto con mis amigas. Todas habíamos ordenado unos dulces muy ricos que era imposible evitar que se nos aguaran las bocas.

Esta cafetería es una de las más famosas de la ciudad. Es muy moderna. No cualquiera puede entrar. Solo los de clase alta tienen la facilidad de pasar un buen momento, con el mejor servicio que se podría ofrecer en otro lugar.

–entonces ¿cómo estuvo la clase de matemáticas? –le pregunté a Natalia con una sonrisa al guiñarle el ojo.

–estuvo bien. –me sonrió de vuelta. –bien buena. –agregó y ambas soltamos una risa. De verdad que, tener una amiga lesbiana era lo mejor y más si existía una confianza tan fina. Miro a las gemelas y ellas tenían unos rostros de no saber lo que sucedía.

–¿qué tema dieron? –preguntó Elisa luego de beber de su café.

–uno que ya sabemos y entendemos a la perfección.

–que bueno. Pero, por favor, demos un repaso. –pidió Diana.

–es lo justo luego de habernos escapado. –dije mostrando una sonrisa.

–¿y qué tal estuvo esa escapada?

–¡uf! El fuego se sentía hasta la salida amiga. –pronunció Diana en un tono sexy, al tirarse aire con su mano.

La verdad, nunca pensé que se le entregaría a Ben. Ella es ese tipo de chica que, prefiere ser la difícil. Pero, no la culpo, con lo atractivo que es, cualquier chica podría caer rendido a sus pies, puesto que, sus ojos verdes, su piel morena, su cuerpo atlético y su sonrisa, hace que muchas suelten un suspiro por él. 

Una confesión que me gustaría decir es que, he escuchado el rumor de que, tiene sexo con muchas chicas, las cuales pagan para sentir todo, ABSOLUTAMENTE TODO, de él. Y, no solo chicas, también algunas profesoras y hasta amigas de su hermana mayor. Tan solo espero que sean rumores.

–en esta ocasión no quiero escuchar nada, por favor. No quiero que ninguna de ustedes me traume como lo hizo una vez Angelina.

Yo sonreí y miré a las gemelas. Ambas traían algo en manos. Presentía que ambas querían decir o confesar algo que no se atrevían. –suelten lo que sea que quieren decir. –pedí al mirarlas seriamente. Entre las cuatro, no existía ningún secreto. Siempre somos honestas con una a las otras. Nos aconsejamos y siempre nos apoyamos ante cualquier problema o confusión que tengamos.

–hemos notado algo en ti, Natalia. –empezó a decir Diana. Tan solo que fue interrumpida por la rápida confesión.

–soy lesbiana. Me encantan las mujeres y eso es algo que no puedo evitar. Y, si no me quieren aceptar, pues, me dolerá, pero sé que con el tiempo sanaré. –habló tan rápido y tan serio que, hizo que las gemelas se sintieran intimidadas.

–esto es algo muy... interesante para nosotras. –planteó Elisa con cierta incomodidad. Por lo tanto, la miré fijamente a sus ojos. Esa primera frase, sé que le tuvo que haber dolido a Natalia, así que, la tomé de la mano. –es interesante porque, nunca hemos tocado ese tema. –ambas colocaron una mano encima de las nuestras. 

–mira, nunca habíamos mencionado esto por sentir vergüenza. -comentó Diana ahora. Hizo una pausa y tomó aire. Parecía que le estaba siendo difícil decir lo que quería. –Mi madre tiene una esposa. Una vez mi padre las vio besándose y tocándose en una ocasión que fue a espiarla y dice que eso fue lo más asqueroso que pudo ver. Desde esa vez, él se volvió homofóbico.

–entonces ¿también se van a sentir avergonzadas de tener una amiga lesbiana? –preguntó Natalia con sus ojos ya humedecidos. Me dolía verla así. De inmediato sentí que mi corazón se rompió en mil pedazos. Es que, en sí, ninguna persona quien tenga un gusto diferente, debe ser tratado como una basura o con asco y menos debe recibir comentarios hirientes por algo que siempre ha sido tan normal. Simplemente, siguen siendo personas que quieren ser felices con quienes quieran.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora