3 de junio.
Perfecto día para confesar la impactante noticia después de dos días de haberme enterado de que, seré madre adolescente. ¿Por qué hoy tres de junio? Porque es el cumpleaños de Anthony y tendremos un almuerzo familiar. Pienso que es el mejor momento para que él se emocione. O no sé cómo vaya a tomar esa noticia. Me he imaginado muchas escenas en donde él se emociona, grita una y otra vez ¡VOY A SER PAPÁ! O en donde estamos juntos, disfrutando de los movimientos del bebé.
No he podido dejar de caminar de un lado a otro por los nervios que siento al confesar lo que está ocurriendo. Muero de miedo y todo dentro de mí está a punto de un desbordamiento de emociones. Mis lágrimas no dejan de salir y siento que estoy perdiendo el ritmo de mi respiración. Por ende, me acerco a la ventana para abrirla y dejar pasar que el aire puro pueda controlarme o ayudarme.
–te están esperando, Angelina. –escucho la voz de Mauricio. Su tono era serio y su rostro no transmitía ni una pizca de sentimiento. Lucía completamente frío.
Lo miré y mis lágrimas no paraban de salir. Él, de inmediato se acercó a mí y me dio un fuerte abrazo. Sé que también estaba llorando porque, moqueaba y soltaba el aire con cierta complicación.
–no quisiera decir que has cometido un error. Lo único que te puedo decir es que, siempre te voy a apoyar.
–por favor, nunca me abandones. Sin ti, yo sería como un ser sin vida vagando en un mundo que consideraría desconocido.
–te prometo que jamás te abandonaré hermanita. –besó mi cabeza.
Sus palabras... ¡guao! Sus palabras llenaron en mi alma una pizca de alegría. Sé que lo tenía a él y a mis amigas. Ahora, de los únicos que me interesaban tener, era a mi madre, a Anthony y sus padres.
–¿estás lista?
–siento que no me puedo mover.
–si todo se vuelve un caos, prometo ser tu escudo para que nada ni nadie te haga daño.
–tan solo espero que no se forme ningún caos.
–Angelina, nunca veas todo de una manera positiva. Lo negativo siempre está en medio y eso es algo que debemos saber afrontar, aunque nos derrumbe.
Tomé aire y lo boté lentamente. Era cierto lo que dijo Mauricio. Por lo tanto, también debía llevar esa idea de que, a primer instante, nadie en esa mesa iba a tomar tal noticia de una manera agradable. Es que, teniendo quince años, en pleno momento de estudios y teniendo un novio quien está cumpliendo sus dieciocho años, era obvio que, todo podría salir mal.
Antes de salir, me volví a mirar en el espejo. Arreglé mi cabello, verifiqué mi maquillaje y cuando estuve por salir, me hice de un lado para ver mi panza a pesar de que no se vea absolutamente nada. Empecé a llorar nuevamente. Aun no podía creerlo. Sé que dejé de cuidarme con Anthony por unos días, que ni la pastilla del día después, pero, no creo que, por tres o cinco ocasiones, o no sé cuántas ocasiones, de inmediato quede embarazada. No le encuentro lógica.
–ya debemos bajar. –avisó Mauricio.
–mantente a mi lado. –pedí al contener ese estúpido nudo en mi garganta.
–siempre, hermanita querida.
–no me dejes caer.
–jamás lo permitiré.
–y, por favor, apóyame.
–lo haré por el resto de mi vida.
Sonreí. A veces suelo pensar que, una persona como yo, no merece tener a un chico como Mauricio. Él es tan encantador. Tiene la bondad y un corazón tan puro que, con tan solo tener su presencia, puede causar en uno una liberación de problemas y una paz tan inigualable. A veces pienso que, él es un ángel que llegó a mi vida para que pueda enderezar mi camino. Sus consejos de un viejo sabio, pueden arreglar hasta la herida más abierta que puede haber y puede sacar de un gran abismo a la persona quien piensa que no tiene solución. Mauricio, es lo máximo. Es un ángel. Simplemente es, un ser que quiero que me acompañe cada día.
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Madre adolescente
Teen FictionLa vida de Angelina era muy lujosa. Tanto, que trataba a los demás como personas insignificantes por no estar a su nivel. Su madre era la alcaldesa y su padre, fallecido, era dueño de una compañía de moda. Hasta que, fotos y vídeos íntimos fueron f...