Capítulo 43

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Angelina

Me encuentro sentada afuera del pasillo. Frente a la oficina de la directora.

Mis manos sudan y tiemblan. Me han dicho que la directora de este colegio es muy estricta, enojona, con mirada que puede hasta tomar tu alma. El profesor Eider está a mi lado para brindarme su apoyo y aconsejarme a cada rato para que no esté nerviosa. ¡claro! El mejor consejo después de haber sido criticada por muchas personas.

Waldo, Dylan y su madre, se encuentran también conmigo. Conversan entre ellos y también me incluyen en sus conversaciones, pero, me siento tan nerviosa, que solo puedo asentir y dar respuestas cortas.

Me levanto y camino de un lado a otro, mientras muerdo mis uñas. Un hábito que muy poco hago. Leo una y otra vez las reglas del colegio, las cuales ya aprendí. No se permiten faldas cortas, cabellos pintados de colores extravagantes, uñas pintadas, nada de maquillaje, pircings, aretes, los zapatos deben ser negros, nada de zapatilla, camisa blanca con su respectiva insignia, abrigo del colegio y no otro que no tenga que ver con nada de la institución. Y las reglas de los hombres, nada de correas con hebillas grandes, zapatos negros con cordones, bajo la camisa blanca debe tener estrictamente una franela del mismo color, no de ningún otro tipo. Y el corte de cabello debe ser bajo y sin ningún tipo de color.

Al leer todas esas reglas por casi séptima vez, me hizo preguntarme ¿Qué tipo de colegio estoy por inscribirme? ¿Será que también prohibirán sonreír o tener algún momento de diversión? ¿Por qué tantas reglas si es un colegio público?

–¿por qué estás leyendo todas esas reglas de nuevo? -me preguntó Dylan al colocarse a mi lado.

–quien sabe si me las pregunta cuando entre.

–no seas exagerada.

–claro que lo seré. Con todo lo que me ha contado el profesor Eider, solo me hace pensar que hasta me criticará por esta ropa que tengo puesta. En las reglas decían que las faldas deben ser debajo de las rodillas y mira este vestido. –me doy la vuelta. –este vestido pareciera una mini falda.

–date de nuevo la vuelta. –pidió Dylan. Yo lo hice y cuando lo miré me encontré con una mirada seductora. –que lindas piernas tienes. –de repente se agachó para abrazarme desde mi cintura y con un tono de voz apacible dijo: –pero lo más hermoso es esta hermosa pancita que poco a poco crece. –plantó un beso. Yo sonreí y su madre nos miró con ternura.

Imprevistamente, salió la directora del colegio y nos miró con una seriedad que pasan de niveles de seriedad. Dylan y yo nos incorporamos y casi en un susurro ambos pedimos disculpas. La directora volteó a ver al profesor Eider.

–señor Eider. Es un gusto tenerlo aquí. Puede pasar con la chica. –avisó en un tono duro, con mirada matadora y postura firme. Pienso que no le gustó la manera en que Dylan y yo estábamos.

Cuando entramos, un rico olor de la flor del jazmín enternecía mi nariz. Sonreí al ver la fotografía de un niño, el cual lucía como si estuviera dando sus primeros pasos. ¡Que hermoso bebé! Al levantar mi mirada, mi sonrisa se borró. Ya que la mirada de la directora, quién se llama Jazmín, la tenía puesta en mí. El profesor Eider también me estaba mirando. Creo que apenado. Pues, parecía una niña quien había entrado por primera vez a un lugar tan nítido. 

–Angelina Rosé Marciaga Pérez. –dijo mi nombre completo y puedo jurar que hasta se me erizó la piel porque lo dijo en un tono siniestro. ¡Vamos Angelina, tú puedes! No entiendo que ha pasado con la persona quien era en el pasado, no tan fácil me dejaba intimidar y las miradas de terror que solía llamar mi atención, simplemente no me hacían sentir nada. No sé si pensar que me he vuelto más vulnerable. Respiro profundo.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora