Capítulo 79

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Theo.

Miércoles por la tarde. Era el día en que me quedaría en casa con Angelina y con Faith. Natalia había tomado mi turno ese día en el negocio de mi madre y uno de nuestros vecinos, que tiene la misma edad de Mauricio, había tomado el turno de él. En él teníamos toda nuestra confianza. Puesto que, es muy amable y considerado.

En los comienzos en que Angelina estuvo viviendo por esta área, jamás le faltó el respeto como lo solían hacer otros chicos de una calle más arriba. Por otro lado, Mauricio había ido con Amy, su suegra y su hijo, a visitar unos familiares de la señora Belén. Al parecer estaban de paseo en la ciudad.

–buenas tardes. –saludé al entrar a la casa. Angelina apenas me vio, se sorprendió porque nadie le había dicho que iría a acompañarla. Fui a sentarme en el sillón que estaba más cerca de ella. Me saludó también marcando esa hermosa sonrisa en sus labios, pero esa sonrisa se cambió a un rostro de confusión.

–¿cómo es que tienes la llave de la casa?

–Mauricio nos dio una a cada uno en caso de que quedaras sola y necesitaras de ayuda.

–dudo que te haya dado una a ti.

–tal vez no me tenga confianza, pero muy en el fondo él sabe que seré su futuro cuñado.

–¡ay, ajá! –pronunció con una sonrisa al tener su mirada en la ropa de su hija que estaba doblando.

La observé de arriba abajo. Tenía puesto un pantalón que a simple vista era cómodo, que le llegaba hasta sus rodillas y cuando miré su suéter, noté que era mío. Le quedaba algo grande, pero perfecto. Quizás por tener tantas cosas en su cabeza ha olvidado que era mío. En eso me levanté, la tomé de su mano y la giré hacia mí.

–¿cómo estás? ¿Cómo está Faith? –pregunté ahora tomándola por su cintura.

–estoy bien, ahora que estás aquí. Y Faith, está bien. Durmiendo. Tú, ¿cómo estás? ¿Qué tal te fue en el colegio?

–también estoy bien, ahora que puedo ver esos ojos. Y en el colegio, me sentí incompleto en las últimas horas cuando te fuiste. –enuncié con ternura. En realidad, demostrándole ese cariño que siento por ella.

Me sonrió y yo también. Me siento perfectamente bien cada vez que tengo la oportunidad de tenerla así. Han sido muy pocas, pero es la perfección para mí.

–te voy a ayudar en doblar la ropa. Vamos. –cuando estoy por soltarla de su cintura, ella se colocó de puntas y me robó un beso.

Ambos nos miramos.

–¡qué atrevida!

–¿por qué?

–por haberme dado un solo beso. –en eso, con una mano la tomé de su cintura y con la otra la coloqué en su rostro y así poder besarla en la manera en la que tanto me gusta. Llena de amor y de pasión.

Nuestros labios volvieron a unirse y esa sensación fue la mejor que pude sentir durante tanto tiempo. Disfrutaba esas ganas que sentía en mis labios de ella, sintiendo las ganas de también besarme.

De repente, ella me dominó. Algo que solo ella puede hacerlo. Y me sentó en el sillón. Se colocó encima de mí y nos seguimos besando con mucha intensidad. Sobé su espalda por unos segundos. Pero ella empezó a menearse y eso solo hizo que apretara sus nalgas. Ambos soltábamos nuestros quejidos. Nuestras respiraciones se aceleran. 

Pero, ¿qué había pasado con mi parte íntima? Pues, desde que me senté, ha estado con ganas de salirse, para así hacerla sentir adentro. Hacerle el amor como se lo merece, besar su cuerpo y demostrarle que no debe sentir vergüenza de como ha quedado su cuerpo después del embarazo.

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora