Capítulo 34

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Cuatro días después.

Mis días han sido los peores. Mi debilidad la di a demostrar y esto hizo que a todos a los que una vez humillé, se aprovecharan de mí. Dentro de casa y del colegio, me sentía como una extraña criatura que iba por los pasillos sin ningún rumbo.

Dentro del colegio, se corrió el rumor como bala lo de mi embarazo. Y todo esto fue gracias a Anthony y sus desgraciados padres. Por más que intentaba desmentirlo y mantenerlo en secreto, ya todos en el colegio lo sabían y de perra y puta no dejaban de llamarme. ¿Por qué? Es que ¿Por ser una madre adolescente?

Por otro lado, las gemelas se apartaron de mí. Decían que había caído muy bajo con lo de mi embarazo y que, además, era una vergüenza para el mundo en que vivimos, o sea, el mundo de millonarios. Además de eso, me dijeron que no querían volver a saber de mí y que lo mejor que podía hacer era alejarme de ellas porque no querían crear una mala imagen o sentir vergüenza de quienes son y del puesto en que se encuentra su padre. Hasta su propio padre les había dicho que se alejaran de mí, que borraran mi número, me borraran de sus redes sociales y de sus vidas. Y esas malditas lo hicieron muy bien.

Y, Natalia. No volví a saber de ella luego de esa amarga tarde. La llamaba y Mauricio también lo hacía, sin embargo, ella no contestaba o tenía el celular apagado. No existía ningún rastro de ella. Los primeros pensamientos fueron en que, también se había alejado de mí por vergüenza o que, sus padres ya la habían llevado con un psiquiatra, para que atendieran su "enfermedad".

Ahora, pensando esto de la enfermedad, me hace recordar aquella vez en la cafetería cuando salió triste, enojada y apresurada por la corta discusión que tuvo con Diana. Sus palabras... el daño que tenía dentro de ella, lo había causado el idiota de su hermano. ¿Cómo no me di cuenta? Bueno, nunca pensé que él le dijera algo así. Siempre demostraba que la amaba y la defendía de cualquiera que tuviera malas intenciones. Pero, con lo sucedido el día de su cumpleaños, era obvio que es una persona mala, sin sentido de razón y con una malicia que es más tóxica que cualquier veneno.

En sí, agradezco al Dios del que tanto mi padre me habló, de tener a un ángel conmigo llamado Mauricio Santiago. Él, no se ha apartado de mí. Me apoya y hasta en algunas ocasiones se ha quedado durmiendo conmigo tan solo para que no me derrumbe estando sola en mi habitación. Me alienta y a cada minuto está buscando alguna solución para mi futuro, pero principalmente para mi embarazo. Pero, él está haciendo todo eso sin saber que, he tomado la decisión de abortar.

–Angelina, te lo preguntaré una vez más. ¿En serio quieres hacer esto? –me preguntó la señora Erika Walker. La ginecóloga que es madre de Dalila. El ex amor de Mauricio de la cual nunca supe que existió en su vida.

–no lo sé. –respondí entre lágrimas al estar acostada en una camilla. Miré a Mauricio, y él realmente que se encontraba destrozado. No paraba de llorar y era consolado por Dalila. Ella es una chica muy amable. Cariñosa, muy buena dando consejos y es jocosa. Sabe respetar y durante este tiempo en que he estado sola, sin ninguna amiga, ella ha sido esa amiga que me escucha, me aconseja y me pregunta cómo estoy. Siempre me dice que soy la hermanita la cual siempre quiso tener. Pues, tiene tres hermanos los cuales unos están en el bachillerato y el otro está en una muy buena universidad en Irlanda.

–Angelina, esa decisión solo está en tus manos. –dijo Mauricio en un tono dificultoso al limpiar sus lágrimas. Se acercó a mí y besó mi frente. –tus decisiones siempre las voy a respetar. No te juzgaré y menos te abandonaré.

–Angelina, yo en una ocasión sufrí la pérdida de una criatura cuál nunca sostuve en mis manos. Tenía 20 años. Y, el primer latido que escuché fue algo que de inmediato me hizo llorar y no supe si de tristeza o de alegría. También me cuestioné ante lo que tenía que hacer, pero, por obra del destino o no sé si de Dios, no soy tan creyente, tuve un aborto diferido. Sufrí, lloré cada noche y aún lloro al recordar ese momento, así que, hermanita, si has tomado una decisión, simplemente hazlo. Aunque me duela decírtelo. –contó Dalila primero de una manera seria, pero, no contuvo cierta tristeza que llevaba adentro y su voz se quebró. Sus lágrimas también tomaron presencia y tomaba de mi mano con fuerza. No sé por qué me tenía que decir esas palabras en este momento. No me quiero sentir más mal de lo que estoy. 

Madre adolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora