Había llegado el día que tanto estuve anhelando.
Mi primera cita con Dylan Lewis. Bueno, no sé si era una cita. Mejor dicho, era nuestra primera salida de amigos. La palabra "cita", me hizo sentir pavor pensándolo bien.
Llegué a la cafetería y ahí se encontraba él. Sentado, revisando su celular. Lucía tan guapo. Al parecer hasta se había hecho el corte. Cuando me vio, mostró esa hermosa sonrisa que fácilmente provoca una sensación celestial. Sus hoyuelos y el color de sus ojos, era una de las facciones de su apariencia que tanto me gustaban.
Al principio pensé que él era una versión "quinceañero" de Anthony, pero, la verdad, retiro lo dicho. Ya no existía ningún parecido entre ellos. Ni en su apariencia y menos en sus actitudes. Era claro que ambos tenían un toque totalmente diferente.
–hola. Que hermosa te ves. –se colocó de pies y me regaló un beso en la mejilla. Me sentía tan encantada de que esos estupendos labios tuvieran contacto con mi piel. –oye, pedí el dulce que tanto te gusta. Espero que no te incomode.
–¡guao! Gracias. Y, no te preocupes. Eso no me incomoda. De hecho, es muy lindo de tu parte.
–me gusta ser muy caballeroso y servicial.
–que bueno. Me imagino que así debes ser con muchas.
Soltó una sonrisa. –no te lo voy a negar. –aclaró su garganta. –sí, así soy con mis amigas, pero no con la intención de enamorarlas o de jugar con ellas. Simplemente es algo que me nace.
–me impresionas, sabes. No muchos chicos a tu edad piensan de esa manera, al menos que solo lo hagas para tener otras intenciones.
–no, claro que no. Cada día intento en no ser la copia de mi padre y también intento en no ser esos tipos que le suelen romper el corazón a mi mamá. Te lo puedo asegurar. –emitió mostrándose algo serio con sus palabras.
¡RAÚL ERES UNA MIERDA! –grité dentro de mí al saber que él de seguro era uno de esos tipos que le rompió el corazón a la señora Lewis. O, quien sabe si solo habrá sido él.
–vale. Te creo.
Seguidamente, llegó nuestros dulces. Yo pedí un té de canela. Mi favorito. Para acompañar el dulce que pidió Dylan. ¿No es algo hermoso de su parte?
–¿cómo está Anthony? –lo miré con algo de seriedad. Esa pregunta me había incomodado un poco porque, pensé que solo seríamos él y yo.
–él está bien. Creo que está en la casa de algunos de sus amigos, hablando de futbol, su entrenamiento y creo que hasta de chicas. –respondí de mala gana. Bajé la cabeza por segundos para volver a darle otra probada a mi delicioso dulce.
–¡oh! Lo siento. No quise incomodarte con esa pregunta. –se disculpó al notar mi cara de pocos amigos.
–no. No te preocupes. ¿Qué tal está Briana?
–está muy bien. Me avisó que saldría con los hijos de uno de los amigos de su padre.
–¿solo ellos?
–no. También su hermana y sus dos mejores amigas.
–pues, que bueno. Nosotros teniendo una cita y ellos muy entretenidos con sus amistades.
Dylan sonrió aún más sin quitarme sus cautivadores ojos de encima. Colocó su mano en la mía y la sobó.
¡Por favor! Que alguien me salve de que ese esbelto rostro me haga tener un orgasmo o haga explotar todas mis emociones. Más bien, necesito que alguien escriba un manual para saber cómo resistir y evitar que chicos tan guapos como Dylan, me haga sentir que mis hormonas se acumulen en mi parte íntima y que mi corazón se acelere demasiado por los nervios que recorre en mis venas.
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Madre adolescente
Novela JuvenilLa vida de Angelina era muy lujosa. Tanto, que trataba a los demás como personas insignificantes por no estar a su nivel. Su madre era la alcaldesa y su padre, fallecido, era dueño de una compañía de moda. Hasta que, fotos y vídeos íntimos fueron f...