LXVII

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Estabas con los niños haciendo una tarjeta de cumpleaños para Ronda, ella había estado celebrando un año más de vida el día anterior y Juliet y Daniel querían regalarle algo especial, algo hecho por ellos, a su querida tía Ronda. Eran cerca de las once y media de la noche, pero era viernes así que los niños se quedaban dormidos un poco más tarde. Daryl no estaba en la casa, había ido a la casa de su hija para pasar un rato.

ㅡ ¿Podemos ir a dejársela a tía Ronda? ㅡ pregunta Danny terminando de poner brillantina en la esquina de la tarjeta.

ㅡ Es muy tarde ㅡ bostezas ㅡ, mañana se la vamos a entregar.

ㅡ ¡Es demasiado tarde! ㅡ reclama tu hija.

ㅡ Eso estoy diciendo.

ㅡ No, mamá. Es muy tarde para regalárselo a tía Ronda, debemos entregársela hoy.

ㅡ Ella entenderá.

ㅡ ¡Mamá! ㅡ reclaman ellos.

ㅡ Bien, está bien. Yo se la voy a ir a dejar, pero ustedes mientras se lavaran los dientes y se pondrán el pijama. Cuando vuelva los quiero en la cama, ¿ok?

ㅡ Está bien ㅡ los dos niños se levantan y corren dirección al baño para cumplir lo que habías dicho. Tú mientras ordenas un poco y luego sales de la cara para ir con Ronda.

Ibas de lo más bien por la calle mirando la tarjeta que tus hijos le habían preparado a su tía favorita como decían ellos, cuando de pronto levantas la mirada y te encuentras con la imagen que menos te esperabas. Por alguna razón escuchaste una voz en tu cabeza diciéndote «te lo dije». Pensabas que estabas loca, que tus celos estaban llegando a un límite inexplicable y enfermizo, pero esa imagen te confirmaba tus peores miedos. Celine te lo dijo antes de morir, no podías confiar en su piel de oveja. Ahora te sentías una verdadera estúpida. Lo más que te rompía el corazón es que él no se vía para nada complicado ni incómodo. Ni siquiera te dignas a derramar una lágrima por ver al amor de tu vida morreándose con tu supuesta mejor amiga, solo giras y vuelves a casa. No tenías que pensar en nada más que en tus hijos y velar por protegerlos. Nada más importaría en esta puta vida.

*

Te levantas de las primeras en la casa, sales de la cama con cuidado para no despertar a Dixon. Vas hasta el primer piso para prepararle el desayuno a Daryl y a ti, pensabas darle una sorpresa y desayunar temprano en la mañana en la cama, de esta forma tener un tiempo a solas juntos y aprovechar que los niños dormían plácidamente y que generalmente despertaban tarde. Preparas su café cargado y unas tostadas con bastante mantequilla como a él le gusta, mientras que para ti preparas un té y llenas una fuente de galletas hechas por Carol. Dejas todo en la bandeja, sacas una flor del jardín y vas hasta el segundo piso.

Entras a la habitación y miras extrañada hacia todos lados en busca de Daryl. Vas hasta la cama, dejas la bandeja con alimentos y ahí es cuando escuchas el agua caer en la ducha. Te acuestas de nuevo en la cama y lo esperas hasta que salga. Después de unos minutos aparece con una toalla tapando la mitad de su cuerpo y dejando su torso húmedo y desnudo. Le sonríes levemente, él de inmediato corresponde y te da una señal de que las cosas seguían bien respecto a la conversación de ayer. Se acerca lentamente a ti, específicamente a tus labios y deposita un corto, pero dulce beso. Se sienta a tu lado y toma su taza de café.

ㅡ Desayuno en la cama ㅡ dice en señas para no meter ruido y así no despertar a los niños ㅡ. Eso hace mucho no ocurría.

ㅡ Hace mucho no había tiempo para nosotros, debemos aprovechar cada instante solos ㅡ respondes tú también con señas ㅡ. ¿Por qué duchado ya desde temprano?

Squirrel ~ [ Daryl Dixon y tú ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora