ꜱɪᴇᴛᴇ

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Al despertar a la mañana siguiente, tenía náuseas y dolor en su antebrazo fue lo más agonizante que sintió en toda su vida hasta ese momento. No quería parpadear, la jaqueca se lo impedía.

Un elfo llegó con el desayuno, la bandeja ya no incluía un cuchillo. Ella se movió y mordió un trozo de una tostada, masticando varias veces pero nunca se la tragó.

Cuando el elfo se fue, caminó hasta el baño, sujetándose de las cosas y se derrumbó en el piso. Sintiendo el frío colarse en sus rodillas. Deseando que la temperatura adormeciera su cuerpo.

Ella no sabía cómo superar su traición.

Ni siquiera sabía si podría.

Era tan horroroso. Al menos no tenía que ver al tatuaje en su brazo directamente, la venda lo impedía. No tuvo que verlo.

Ella se movió, dispuesta a darse una ducha, pero el vendaje se movió y la herida fresca se rompió una vez más.

Se recostó apoyando su cabeza contra una pared y se dejó estar.

Eventualmente iba a desangrarse e iba a morir.

Ella respiró profundamente, esperando el momento en que la muerte la abrazara.

Estaba tranquila.

La marca había comenzado a sangrar, cerró los ojos un momento y al abrirlos ya había un pequeño círculo de sangre en el suelo.

La herida de su espalda era inexistente.

Recordó que minutos antes de levantarse, vio manchas de sangre en su cama también. A la altura de su brazo. Pero su mente estaba tan rota que no se dio cuenta de eso.

Si sumaba toda la sangre que había perdido durante la noche y la sangre que había perdido en el baño, afortunadamente no le quedaba demasiado tiempo.

La puerta de su habitación se abrió y la voz de Malfoy la llamó para su paseo por el jardín.

Ella siempre estaba lista antes de que él llegara. Siempre. Y el hecho de que ella no estuviera allí...

La puerta se abrió con fuerza. La cara aterrorizada de Malfoy se puso tan blanca como un fantasma.

—Mierda. —dijo Draco, en un hilo de voz, rápidamente se arrodilló a su lado y llamó a varios elfos y sanadores.

Los ojos fríos y pálidos ya no tenían ni la más mínima cantidad de frialdad amarga. Había fuego en ellos mientras sus manos temblaban y la tomaban.

El tiempo se había vuelto borroso luego de eso.

Para la desgracia de Diana, recuperó la conciencia y aturdida encontró a alguien de pie frente a las ventanas de su habitación. Movía su cabeza lentamente para observar al criadero de lechuzas albinas volar por el jardín.

Su cabeza se movió y vio su brazo izquierdo nuevamente vendado. Habían hilos de magia blanca flotando desde su brazo hasta el aire, entrando y saliendo. Como si estuvieran cosiendo cada vertida venenosa en su brazo.

Recostó su cabeza otra vez y dio vueltas y vueltas en su cabeza y mente. Ella era un miembro de la orden...ella lo era. Ella había sido. Ahora tenía esa cosa en su brazo y era una sentencia. Una sentencia de muerte gradual.

¿Sería posible morir por la devastación y soledad que sentía?

Ni si quiera recordaba Hogwarts. No recordaba nada de lo que había sucedido. Era un milagro recordar alguna clase o trabajo que tuvo que hacer con Harry o Ron.

Ella suspiró y una lágrima corrió por su mejilla. Estaba tan ansiosa de saber el futuro. Que era lo que ella haría si lograba escapar.

Que sería de ella luego de la guerra...

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora