ᴠᴇɪɴᴛɪᴛʀᴇꜱ

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Cuando cayó la noche, los jardines de la finca estaban hermosos, resplandecientes con luces brillantes y ramos de tulipanes, rosas y camelias. No se veía exactamente como una fiesta de celebración campal. Tal vez era una celebración parecía a la Tesmoforia.

Diana vio llegar a bastantes invitados,
Severus no estaba allí. Para su total y eterna desgracia.

Todo era forzosamente difícil.

Rígidos y formales hasta que las bebidas empezaron a fluir gentilmente por sus cuerpos. Un líquido embriagador haciéndolos lucir sutilmente más dóciles y agradables a todos los mortifagos perfectamente trajeados con sus esposas resplandecientes en vestidos de colores fuertes con joyas grandes y brillantes.

Su mente crispó y vio una oportunidad para salir. Escaparse. Irse. Correr.

Pero estaba demasiado rota.

Correr; era una palabra tan alta para Diana. Como algo inalcanzable. El día en que ella corriera...probablemente jamás llegaría a su meta.

El día en donde estaría corriendo por la hierba descalza con el rocio del mar chocando contra su rostro mientras sonreía libremente.

Cuando alguno de ellos estuviera lo suficientemente ebrios, tomaría  su varita y rompería sus brazaletes. Tomaría a un caballo alado y se iría a su hogar muggle. A Castle Combe. Se resguardaría allí hasta contactar a la orden y ganarían la guerra.

No podrían encontrarla allí.

Contactaría a la orden y volvería con ellos. Lo haría. Lo haría. Lo haría.

Y luego trataría de contactarse con Malfoy.

Busco una capa lo más limpia y nueva que pudo para poder mezclarse entre la multitud de militares uniformados con túnicas largas. Cepillo su cabello y ordenó sus cabello para poder verse como una de las mujeres que había allí y mordió su labio con la esperanza de que enrojeciera para poder verse maquillada.

Se deslizó por un corredor vacío como un prisionero astuto por salir de la cárcel, silencioso, un corredor poco iluminado hasta que salió por la salida trasera que daba a los establos de los thestrals y caballos alados.

Podía escuchar los murmullos y las copas chocar unas contra otras de vez en cuando. Si se escondía detrás de el muro de seto, podría tener acceso a los bolsillos de algunos mortifagos. Alguien podría dejar caer información útil de la orden y podría ponerse al corriente.

Las copas chocaban entre ellas mientras la gente reía con risitas agudas y sofisticadas. Cuidando la compostura.

Había dejado de leer periódicos con la atención y comprensión desde hacía mucho. Su mente fantaseaba con tener uno en sus manos y retener toda la información en un minuto.

Tomó una roca y la deslizó en su bolsillo, siguió los caminos de el jardín silenciosamente. Sería fácil sacar información y con un poco de suerte escapar en una cena de borrachos.

Se suponía que ella era un criminal de guerra audaz y poderoso. Ella era una asesina alta. Ella podría. Ella alguna vez fue más que solo un arma de guerra. Era una persona. Era una persona.

Se sintió casi tan viva como lo había hecho la vez en que había buscado Fluxweed más allá de el bosque prohibido.  Su corazón rugía como un dragón desesperado.

No se sintió como el arma de guerra de Voldemort. Se sintió como la Diana que era antes escapando de vampiros y adiestrando Zouwu ilegales. Matando y matando gente que le hacía daño a sus amigas.

Se sintió libre.

Podía escuchar las voces y risas con claridad.

"—¡No perdí el tiempo! Había una prostituta en el bar y estaba recién pagado, no la deje ir. —Celebró una voz —No puedo no presumir algo así, me gustó como la mierda, Estoy pensando contratar a muchas putas y comenzar con la reproducción de mi sangre.

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora