ᴅɪᴇᴄɪꜱɪᴇᴛᴇ

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Diana frunció el ceño, apartando la mirada y luego volvió a él, su alma estaba confundida.

Él volvió a la herida de su cuello, suturando con delicadeza y cuidado mientras podía sentir el pulso de ella latir con fuerza.

—Malfoy...—ella comenzó, débilmente.
—¿Cuantos años tienen que pasar para que tú accedas a...matarme?

Él se detuvo en seco, apretando la mandíbula y volviéndose tan blanco como un papel. —No voy a matarte.

Ella se estremeció.

Lo estudió perpleja, memorizándolo.

Hubo una grieta en el aire.

—Seis años. ¿Es suficiente tiempo? —preguntó, inocentemente.

Él respondió, fingiendo. —Si Fennell. En seis años voy a matarte. —se burló. —O tal vez, mi corazón frío esté en llamas y no pueda hacerlo. Tendrás que buscarte un segundo sicario para poder matarte si mi odio no puede hacerlo.

Ella se mantuvo en silencio por un momento más mientras un hechizo vendaba todo su brazo herido.

—Mi odio hacia ti se ha suavizado. —dijo, era gracioso lo ridículo que era el hecho.
Quería reír hasta llorar mientras buscaba las palabras para continuar.

Las manos frías de Malfoy se alejaron y el hospital de suministros desapareció. Entonces ella se sintió mareada y agachó la cabeza para asimilar que pronto podría comenzar a alucinar.

O tal vez ya había estado alucinando.

Pero la figura de Malfoy seguía allí. Sentado en el otro extremo de la cama.

Tal vez eran las alucinaciones de regalo junto al silencio de la muerte. Tal vez nunca nadie fue a curarla y estaba alucinando lentamente mientras se desangraba.

—Malfoy...—dijo, suavemente. Cerrando los ojos y suspirando.

—Fennell.

Ella soltó una risita muerta. —Mi mente está jodida...sigues aquí...mi subconsciente está jugando conmigo antes de dejarme morir. —ella suspiró nerviosa. —¿Nos besamos? —preguntó. Recostando su cabeza en la almohada y mirando al techo. —Esa noche...la última noche en que te vi...¿Nosotros nos besamos?

—¿A cuantos hombres has besado?

Ella movió la cabeza confundida. —A ninguno...creo.

—Pero, me has ofrecido besarnos. ¿Por que?

—He hecho una pregunta, no te he propuesto nada. —respondió inmediatamente, sus mejillas ardieron en un color carmesí. —¿Me besaste esa noche?

Hubo un silencio que le atravesó el alma.

—¿Por qué el interés repentino?

—Estoy acabada. —sollozó. —Mi mente está acabada. Mi firma mágica esta acabada. No se donde está mi antigua yo. Creo que a muerto y solo quedan las cenizas. Harry fue mi primer amigo en este mundo. Y en el mundo muggle también lo fue. Siempre quise amigos, Porque siempre estuve sola. En casa. En mi habitación. En todas partes. Harry fue mi mejor amigo. Pero ahora tengo una sentencia en mi brazo y creo que es mejor que él crea que he muerto. Estoy diseñada para que nada me quiera. Siempre ha sido así. Y ahora estoy tan acabada...

Tal vez estaba hablando sola. O estaba muriendo. O estaba en su propio infierno luego de morir. Pero, su alma se sintió libre para hablar. Como si el futuro le permitiera eso.

—¿Qué está mal?

—Estoy acabada eternamente...— Diana se sentó nuevamente para mirarlo. —Una vez leí cuatro libros de psicología y psiquiatría. Y creo que he llegado a la conclusión de que mi mente está tan destrozada que se ha aferrado a lo único que tiene cerca.

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora