ᴅɪᴇᴄɪꜱᴇɪꜱ

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—¿Diana?

Su voz viajó por todo el corredor mientras su capa flameaba hacia un lado y sus ojos brillaban con desesperación.

No hubo respuesta, entonces avanzó furiosamente por todas las habitaciones hasta que finalmente entró en la de ella.

Ella no estaba allí.

Su corazón rugió en sus oídos, avanzó con pasos duros y rápidos hasta el salón de té en la planta superior.

—¿Donde está ella?

Narcissa dejó su taza de té en el platillo de su mano izquierda mientras miraba por la gran ventana las filas de mortifagos.

—Fue enviada al ataque, Draco. —suspiró, amargamente. —Ya no puedes ir por ella. La mansión se ha sellado.

—¡Jodido Dios!— rugió. —¿Quien dio la orden? ¿Quien? ¡YO SOY SU GUARDIA! ¡YO NO AUTORICE ESTO! ¡ES MÍA!

Estaba tan furioso y desesperado como un dragón enjaulado. La forma hirviente en sus ojos de la rabia.

—¿Cual es el motivo de tu desesperación inminente, hijo? —habló Lucius, dejando un periódico en una mesa de té junto a un jarrón con rosas. —Podrías liberarte de ella al fin. Oh Dios mío, no viste lo asustada que estaba. Como un conejo entre zorros. No se como puede ser una terrorista asesina si se comporta así ahora. Tal vez la reemplacen con la que podría ser tu futura esposa. Las candidatas ya se están esco-

—Ella no- ¡No es reemplazable! —su voz estaba llena de furia sangrante.

—Está de este lado...tal vez quieras verla en el caso de que...no vuelva. Una despedida con la señorita...escoria. —dijo Narcissa, su abrigo se movió cuando ella se movió hacia otra ventana.

Sus ojos brillaban en desesperación fragmentada. Estaba pálido de rabia.

La forma en que sus manos temblaban ante las riendas del caballo. Sus pisadas inquietas y las grietas en su mente mientras la manejaban por Imperio.

Su mirada punzante hizo que Diana se volteara a verlo, la forma en que sus ojos terriblemente oscuros estaban asustados.

Diana estudió la sombra fijamente. Rogando por que fuera Malfoy y la ayudase. Era lo único que necesitaba.

Quería ver el gris de sus ojos.

La forma en que Diana miró a Draco fue suficiente para detener y luego hacer rugir a su corazón frío.

Cuando dejo de mirar la sombra en la ventana que estaba mirándola, una maldición le llegó en la garganta. Una maldición para silenciarla. Ni siquiera podría gritar. No iban a permitir ningún margen de error.

Su mente se vio obligada a cabalgar con fuerza para elevarse, yendo lentamente en el aire hasta el lugar del traslado.

Nunca había deseado tanto morir.

Draco golpeó la ventana, rendido, se había ido. Ella no iba a poder resistirlo.

Ya se habían abierto camino en el fuego, lo único que ella pudo hacer fue enviar escudos no verbales hacia la orden mientras trataba de proteger a todos los Harry Potter que habían en cada escoba y Thestral.

Mientras la orden la maldecía, ella resistió, cuidándolos. No era la culpa de ellos no saber que ella estaba allí. A si que se dejó maldecir. Si aguantaba lo suficiente, tal vez iba a caer y morir.

Una maldición ácida le comió la piel del brazo mientras una lechuza caía por su costado con las plumas hirviendo en fuego verde.

Habían maldiciones de metástasis que quemaron las piernas de Tonks, Diana trató de enviar todas los encantos verbales hacia la herida para detener el efecto.

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora