ᴠᴇɪɴᴛɪᴜɴᴏ

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SEPTIEMBRE DE 1997
MANSIÓN MALFOY

Diana estuvo en su habitación la mayor parte del tiempo.

Se quedó en silencio del mundo mientras miraba el techo, se deslizaba por el baño duchándose por aburrimiento más de dos veces al día, abría y cerraba su armario y se quedaba sentada frente al espejo por varios minutos hasta que sus ojos comenzaban a ver doble.

En la segunda semana de septiembre, un senador diferente a todos los demás había ido a buscarla temprano por la mañana.

Tomaron sus muñecas con fuerza, la esposaron y la encadenaron con cadenas de metal pesado y plata.

Hubo algo forjado en su boca. Como un bozal.

La trataron como si de un animal se tratara. Había olvidado lo poco que valía dentro de esa mansión como persona.

Se aparecieron en las afueras de un laboratorio enorme. La inmensidad del edifico eclipsó todo. El aire estaba pesado y tan comprimido con sangre seca, cadáveres pudriéndose y magia oscura que sus pulmones y nariz ardían cruelmente al respirar.

Era un edifico imponente y alto. Diana no podía ver la punta por la niebla espesa al rededor.

—Adelante. —dijo una voz baja y venenosa.

La puerta se abrió con un chirrido y un quejido por parte de uno de los sanadores.

—Átenla y desnuden su cuerpo.

Su corazón dio un vuelco y estuvo segura que podría desmayarse cuando la empujaron y varios sanadores la ataron de manos y pies a una pared mientras arrancaban su ropa de un solo tirón.

La dejaron con el bozal que le impedía gritar. A si que ella simplemente se quejó, jadeo y sollozó mientras forcejaba.

Shand se acercó a ella cuando estuvo totalmente desnuda y sonrió impresionada. —Veo que ya se de donde viene tu piel sensible. Eres Glabro, ni siquiera necesitas hechizos de depilación, concubina. Tan limpia como atractiva.

Diana se asqueó.

—Aún eres Virgen. —murmuró Shand con alegría. —Pónganle bragas otra vez, ya sabemos que no necesitamos gastar en pociones de afeitado. Su piel es como la de un bebé, literalmente hablando.

La habitación era blanca brillante. Todo allí relucía en un blanco que hacía arder los ojos. Como un cuarto de un psiquiátrico.

Habían pasado por alto cada amenaza de Malfoy. Lo estaban subestimando.

Sus bragas negras estaban en su lugar una vez más. Pero sus pechos y todo su cuerpo seguía expuesto mientras estaba atada a la pared con la cabeza colgando hacia adelante. Su piel se erizó mientras sollozaba.

La sanadora anotó algo en un cuaderno antes de sisear y mirarla con una tentación sangrante. —Inyéctenla estando así. Quiero ver su cuerpo arder.

Los brazaletes en sus muñecas se apretaban con fuerza junto a las correas que la sujetaban. Sintió un pinchazo y su magia vibró con fuerza, ella se arqueó y jadeo mientras sudaba y su cabello se apretaba en su frente.

 Sintió un pinchazo y su magia vibró con fuerza, ella se arqueó y jadeo mientras sudaba y su cabello se apretaba en su frente

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Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora