ᴏᴄʜᴏ

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Ella despertó totalmente pálida y su respiración estaba tan agitada mientras su corazón rugía con fuerza contra su pecho.

Tenía pesadillas casi todas las noches. Pesadillas en donde sus amigos morían a su alrededor y ella no podía hacer nada, pesadillas en donde los cuerpos de la orden estaban apilados en una montaña enorme y ella estaba en la punta, con las manos empapadas de sangre.

Ella tenía la esperanza reluciente de que la orden estuviera bien.

En Hogwarts había desarrollado una habilidad perfecta para la oclumancia. A si que todos sus sueños y recuerdos de la orden estaban a salvo en lo más profundo de su mente.

Diana respiró profundamente antes de realizar la rutina que se había encajado en su vida a fuerza.

Ducharse, vestirse, desayunar mirando por la ventana, esperar a alguien.

En su corazón había florecido una agria creencia de libertad futura.

Ella miraba los brazaletes regularizadores de magia con desconcierto mientras apoyaba la frente en cristal de la ventana.

Había tanta magia concentrada en dos trozos de plata...

Quería saborear la libertad alguna vez y de buena gana. Llenarse de la sensación de poder correr sin nadie detrás.

¿Como podría escapar? ¿Como podría-

Como...

Cada minuto del día se sentía cada vez más atada a la magia alterada.

Ella cerró la guía de magizoologia y un momento después Malfoy entró en su habitación con fuerza.

—Intentaron rescatarte. —dijo, había algo en sus ojos. —Querían hacer una exploración de los terrenos pero los atrape a tiempo. Todos fueron interrogados y dijeron que estaban interesados por la concentración de magia oscura de la finca, luego fueron ejecutados cada uno. Rápido y sin dolor.

Ella lo miró, con los ojos muy abiertos y llenos de desconcierto y devastación.

Él sacó las cadenas de plata y el velo negro.
—Hora de salir a respirar. Debo acompañarte en cada paso que des hasta que estés sana. He sido obligado.

Ella miró su brazo vendado y luego sus brazaletes. Suspiró pesadamente y se puso de pie, tomando su capa y abrochándola rápidamente para que nadie viera su vestido delgado y la solicitaran por una noche.

—Vámonos.

Mientras Malfoy iba delante de ella, con las cadenas enredadas en sus dedos y las piedras crujiendo bajo sus pies, ella pensó si de verdad habían planeado un rescate.

Ellos casi nunca hablaron. No es como si ella quisiera hablarle, pero aveces se aburría de estar sola con su mente.

La mayor parte de las veces los elfos accedían a hacerle un moño pegado a la nuca a Diana. Como un peinado oficial de uniforme. Ella no se soltaría el cabello hasta que fuera libre al fin.

Ella lo juró.

Mientras sentía la brisa fría contra sus mejillas, ella se explicó a sí misma las alteraciones mágicas para mantener su mente activa .

"Ellos te van a buscar casi todos los días, te encadenan y te arrastran hasta ese edifico enorme. Te atan a la camilla y te entierran las agujas con magia alterada y radioactiva. Hay pociones creadas por alquimistas egipcios que hacen que tu craneo arda por ocho minutos, luego se detienen cuando tus ojos comienzan sangrar. La sanadora revisa tus pupilas y vuelven a enterrar las agujas en ti por tres minutos antes de sacarlas y dejarte sola para que el parasito maldito salga de tu pecho y explote en el aire mientras sientes que no eres nada. Ni nadie."

Éternel; Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora