Corrupción (En Corrección)

11: Creyente (Parte 2)

El ambiente era sumamente pesado y sobretodo terrorífico, una habitación oculta, cuchillos afilados sobre una mesa de madera además de otras herramientas, una persona rogando por su vida rodeada por más personas que servían de público y desde luego el principal espectador.

Salinas miraba atentamente al tipo que estaba de rodillas temblando de miedo, esa persona había sido parte de su organización pero el tipo cometió un error que prácticamente pudo haber expuesto a los demás integrantes, por ello no iban a darle ninguna otra oportunidad.

El jefe chasqueo los dedos dando la indicación de que podían comenzar con la fiesta, acto seguido otros dos de sus compañeros procedieron a sujetar a la víctima mientras que otro se acercó tomando un cuchillo para comenzar con la tortura.

La habitación se llenó de gritos desgarradores de dolor, Salinas no tenía deseos de hablar con la víctima solamente se limitó a dar indicaciones de cómo deberían realizar los cortes en la piel.

— Muy bien muchachos ahora mejor intentemos otra cosa — el hombre señaló con su dedo índice a la mesa — ahí hay unas pequeñas pinzas ¿Por qué no le sacan algunos dientes?

— Cómo diga señor — respondieron los hombres

Los compañeros acataron las órdenes de inmediato, sin embargo Salinas ya se encontraba aburrido de ver dicho espectáculo, por lo que simplemente se puso de pie y apagó su cigarrillo en la piel del pobre tipo, la víctima para aquel entonces ni siquiera podía gritar más pues su garganta se había dañado bastante, Salinas dio un último vistazo antes de salir de la habitación, no sin antes darles la indicación a sus chicos de que podían seguir haciendo las torturas que quisieran y que se deshicieran del cuerpo unas+ vez terminaran.

El hombre salió del edificio, necesitaba darse un buen baño por lo cual subió a su vehículo y se puso en marcha a su residencia, durante el camino se puso a pensar ciertas cosas de su vida, el cómo había cambiado su vida enormemente cuando inició con su camino delictivo, si era verdad que estaba en la cima, podía tener todas las cosas que siempre deseó con tan sólo sacar la billetera, alcohol, mujeres, coches, mansiones, todo era fácil de obtener.

Sin embargo también habían problemas, no sólo la cuestión de la policía, sino también otras bandas criminales que son competencia directa para él, si bien ya estaba acostumbrado a lidiar con dichas situaciones a veces simplemente las cosas se complicaban de un momento a otro a pesar de ya tener mucha experiencia en el negocio.

Lo cierto era que Salinas tuvo que trabajar bastante para lograr ser el jefe que era, sobretodo por su personalidad pues el Salinas de su juventud solía ser más temeroso, idiota e incluso enamoradizo, al hombre le causaba repulsión el sólo recordar su pasado, la forma en la que sus manos temblaban al sostener un arma, las inmensas náuseas al ver la sangre, como terminaba marchándose como un cobarde antes que cumplir con lo que debía hacer y por último el peor de sus dificultades, el amor.

Raúl se dejaba llevar fácilmente por el encanto de las mujeres, siempre cedía ante las dulces palabras de amor de cualquier doncella y por supuesto también sus mentiras. El pobre hombre siempre tuvo la desdicha de que ninguna relación que haya tenido permaneciera bien, siempre era lo mismo las mujeres le seducian y se aprovechaban de él o al menos eso es lo que él cree en su mente, pues se negaba a aceptar que también tenía culpa de ello.

Sin embargo esta vez las cosas eran diferentes, pues no se había fijado en una chica sino en un hombre, un chico que cumplía perfectamente con los estándares que Salinas se había impuesto ¿Lo deseaba? Por supuesto que si, pero también le quería como su pareja de toda la vida, el mismo consideraba que aquello era absurdo, un hombre de su edad y sabiendo perfectamente como le va en el amor repentinamente quería mandar a la mierda todas las antiguas experiencias y enfocarse en un objetivo que no conocía de nada.