Corrupción (En Corrección)

88: Profesor (Parte 20)

El rubio se hallaba envuelto entre sus sábanas, después de aquel encuentro con Mariano, se rehusó a regresar al colegio, su corazón dolía demasiado por lo que no encontró otra alternativa más que encerrarse en su habitación, llorar y llorar como en los viejos tiempos, encerrado en cuatro paredes donde la luz cálida de los rayos del sol no era bienvenida.

Sentía asco de si mismo, su cabello aún mojado dejaba caer gotas de agua fría las cuales caían hasta humedecer la tela de las sábanas, tan sólo al haber llegado a casa, se dirigió al baño donde se dio una larga ducha, se había asegurado perfectamente de limpiar su cuerpo, si bien no había sucedido nada más entre él y Mariano durante ese encuentro, eso no quitaba la sensación de asco que Toni sentía por las zonas donde el hombre le había tocado e incluso besado.

Quería gritar, gritar hasta que le doliera la garganta y dejar salir su angustia, su desdicha de sólo siquiera imaginar una vida sin Raúl, no había manera de volver a aquellos días en los que estaba a merced de Mariano y permanecer vivo, no esta vez.

El teléfono aún seguía sonando, seguramente se trataba de Carlo y José preguntando la razón por la que no se apareció en clases, Toni ya había enviado mensajes a Salinas donde pidió disculpas por dejarle plantado y simplemente dejarle en claro que se encontraba bien, sin embargo no podía hacer eso mismo con su hermano y José pues estos se pondrían más y más insistentes, ya pensaría en una excusa para cuando estos regresen, pero ahora tan sólo necesitaba estar solo, él y sus pensamientos, él y su pesar, sus lamentos y su dolor, necesitaba dormir, dormir y tal vez al despertar encontrarse con que todo era una simple pesadilla.

Tonterías...

Sus ojos llorosos lograron visualizar un pequeño oso de peluche, aquel era en verdad pequeño, no parecía gran cosa e incluso hasta parecía una baratija cualquiera, no obstante ese pequeño objeto era lo único que pudo hacerle levantarse y abandonar aquella cama.

Era un regalo, había llegado a sus manos el día en que regresó al colegio, cuando finalmente había obtenido el valor y las fuerzas necesarias para reanudar su vida ¿El responsable? Desde luego, su amado Profesor.

Era imposible no pensar en él si es que lo tenía presente en todos lados, básicamente su vida giraba en torno a él, algo que sonaba romántico pero también podría significar su propia ruina.

Aún así el rubio colocó aquel pequeño oso contra su pecho, lo amaba tanto que le sería imposible vivir sin él, tanto que estaba dispuesto a morir, puesto a que si Mariano le causaba daño a Raúl, entonces nada valdría la pena.

Raúl mientras tanto se encontraba impartiendo sus clases, ciertamente estaba bastante preocupado por la repentina desaparición de su pareja, era bastante extraño siendo que estaba tan contento al momento de pactar dicha cita, tan sólo para desaparecer de la nada, no responder llamadas y finalmente horas después enviar un mensaje de texto pidiendo disculpas.

Algo estaba sucediendo, Raúl lo sabía perfectamente, después de todo él conocía a la perfección a su pareja, no por nada pasó tanto tiempo dedicándose a cuidarle y velar por sus emociones, a ayudarle a salir de esa soledad y hacerle ver que aún había esperanzas para él... Un mal presentimiento, aquello era lo que se manifestaba en el profesor a medida que iba indagando más y más en la actitud del rubio.

Y con el mal presentimiento vino el miedo, el gran temor de que algo le sucediera, de que nuevamente le hicieran daño. Toni era su vida misma, lo atesoraba como a nadie y de hecho nadie más que Raúl sabía cuanto dolor y sufrimiento estuvo aguantando aquel chico.

De sólo recordar aquella mirada vacía, esas lágrimas que brotaban por si solas como si fuesen nada, su cuerpo tan delgado y que temblaba cual cachorro asustado simplemente por ser observado, todo aquello formaba una imagen la cual Salinas deseaba nunca volver a ver en la vida, pues esa era la imagen de un Toni totalmente destrozado tanto física como mentalmente.