Intercambio de favores

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-No te burles de mí. –contestó Dave con un tono que daba miedo.

No me creía. Era comprensible, ya que lo que acaba de decirle parece una broma.

-No me estoy burlando de ti. Es la verdad. Por muy extraño que te parezca así es. –dije serio para que viese que le decía la verdad.

Dave reflexionó unos instantes mirando al suelo sin decir nada. Llevó su mano a su boca, parecía que estaba pensando algo. Hubiese dado lo que fuese por estar en ese preciso momento en la mente de Dave Mustaine.

-Demuéstramelo. –dijo finalmente clavando sus ojos en los míos.

-No tan rápido. Igual que a ti te afectaría encontrarte de nuevo con James a mí también me afecta verles juntos. –contesté.

No sabía cuándo volvería a encontrármelos. Si ha dado la casualidad que la vida de los cuatro se ha cruzado de esta manera tan surrealista podría encontrármelos en la misma vuelta de la esquina. Tenía que asumirlo, estaban juntos. Quizás con la ayuda de Mustaine el camino no me resultase tan empinado. Además, tengo a Mary. Podría considerarse que no tengo nada, pero a la vez lo tengo todo.

En aquel momento recordé el sueño que tuve antes de despertarme. Miré a Dave, el cual se encontraba distraído mirando por la ventana tras mi contestación. Él es músico, y es un músico muy importante. Conocía gente y seguramente tuviera lo que yo necesitaba.

-Mustaine, tienes que ayudarme con algo. –dije serio.

-¿Por qué tendría yo que ayudarte? No te conozco de nada, además, creo que ya hice suficiente por ti esta noche. –contestó con asco. -¿Qué gano yo ayudándote?

-Vamos, Dave. No seas orgulloso. –contesté con total confianza. Él arqueó las cejas. –Necesito tu ayuda, y tú a mí también me necesitas.

Aquello causó impresión en Dave. Seguramente se estuviese preguntando qué era eso que yo tenía y él necesitaba. Pero en el fondo sé que al menos se le pasó por la cabeza.

-No necesito ayuda de nadie, y menos de ti. –contestó cruzando sus brazos.

-Hay algo con lo que sí necesitas ayuda. Y yo soy el único que puede brindártela. –dije desafiante.

-¿Qué es lo qué quieres? –preguntó con curiosidad cediendo finalmente.

-Quiero que me consigas un batería. –contesté serio.

Él se echó a reír cómo si lo que acababa de decirle fuese una broma. ¿Qué le hacía tanta gracia?

-¿Para qué? ¿Acaso tocas algún instrumento? ¿Tienes grupo? Vamos, eres tan solo un niñato frustrado. No te hagas el importante. –dijo él en tono burlón.

Aquellas palabras encendieron un fuego de odio en mi interior. No soportaba que nadie se burlase de mí, y menos de mis capacidades. No soy ningún niñato frustrado. Puede que me estuviese convirtiendo en un alcohólico, pero si buscaba un batería y formar una banda no era para jugar a ser estrellas del rock.

Me levanté del sofá herido y dispuesto a demostrarle a Dave Mustaine quién soy. Era consciente de cómo era él. Su manera de reírse de la gente, de desprestigiar el trabajo de los demás, su complejo de superioridad y su inconfundible soberbia. Pero se dará cuenta que soy más de lo que él cree que soy.

-Préstame tu guitarra. –dije desafiante.

-¿Cuál de ellas? –preguntó haciéndose el importante y demostrando su poderío. –De todas maneras no prestó mis instrumentos a nadie.

Parecía convencido de ello. Tenía que hacerle cambiar de opinión como fuese para demostrarle que realmente valgo, quizás así me tome en serio.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora