Luz para unos, oscuridad para otros

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*Visión de Pablo*

-Qué negativo eres Pablo. –me reprendió John.

Yo no podía retirar la mirada de aquel coche rojo que había estacionado justo enfrente. Ellos parecieron no darle importancia, quizás porque no lo sabían. No estaba de humor para lidiar lo que vendría a continuación.

La puerta de aquel coche se abrió y de él se bajó un muchacho de melena pelirroja muy llamativa. Cerró la puerta del coche de un portazo y lo rodeó por la parte del morro. Una vez hizo esto pudimos visualizarle al completo.

John dirigió su vista a la persona que se estaba acercando y emitió un sonido que no pude descifrar que quiso decir, pero su asombro era perceptible.

-¿Qué coño...? –dijo en voz baja John.

-No puede ser... -le siguió Oliver.

Yo no dije nada. Entendía a la perfección su asombro, al igual que yo también lo tuve. Dave se iba acercando cada vez más. Pude ver que llevaba unas gafas de sol y mientras se aproximaba parecía encender un cigarrillo. Miró a ambos lados de la carretera para asegurarse de que no había ningún automóvil cerca y cruzó por completo. Al llegar y situarse delante de mí se paró en seco. Me miró por encima de las lentes de las gafas que tapaban sus ojos y pude notar rápidamente que los tenía muy rojos. Parece que se ha pasado un poco con la marihuana. Dirigió una rápida mirada a John y Oliver y pude ver como ambos tragaban saliva.

-¿Qué haces aquí? –preguntó secamente Dave. Miró a mí alrededor y vio todas las maletas en el suelo.

Me veía venir lo peor. Seguramente aquella vez sería la última que vería a Dave y no estaba preparado para ello. No estaba en condiciones emocionales para asumir y aceptar un "Adiós" por su parte. Cuando se enterase de lo que ocurrió no querría saber nada de mí, ahora seré un simple vagabundo para él y habré dejado de interesarle. Desde luego aquello iba a ser de las peores cosas que tendría que enfrentarme, no solo aquel día, si no en mi vida.

-Creo que soy yo el que debe preguntarte qué haces tú aquí. Habíamos quedado a la noche. –le respondí intentando aparentar tranquilidad.

-Tenía que pasar por aquí para conseguir material para la fiesta de esta noche. –contestó mientras expulsaba el humo del cigarrillo. -¿Qué hacen todas tus cosas aquí?

Suspiré hondo y agaché la cabeza. No tenía ganas de responder y mucho menos de dar explicaciones. Dave pareció entender por mi reacción lo que ocurría.

-Pablo, ¿qué has hecho? –preguntó preocupado.

-Nos han echado. Estamos en la calle, Dave. –contesté levantando la cabeza para mirarle.

-¡¿Qué?! ¿Por qué? –preguntó sobresaltado retirándose las gafas de sol de los ojos.

-¿Tu por qué crees? El puto cristal. Ha venido el casero, lo ha visto y no se lo ha pensado dos veces. Justo cuando estábamos a punto de ponerlo. El padre de Mary iba a traerlo. –contesté con furia.

-Joder, joder... -dijo Dave arrojando el cigarrillo consumido al suelo. -¿Tienes dónde quedarte?

-Sí, entre cartones en el suelo. –contesté de mala gana. –Pues claro que no, Dave. Estamos en la calle, John y yo.

Me señalé a mí mismo y a John. Creo que John aún no había asimilado ni que nos habían echado ni que tenía a Dave Mustaine delante de sus ojos. Y Oliver estaba igual de pasmado que John.

-¿Sois John y Oliver? –preguntó Dave mirándoles.

-Sí... –contestaron tímidamente ambos al unísono.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora