Una pesadilla hizo que Carol despertara repentinamente del profundo sueño que tenía. Se levantó sudando e incorporándose en la cama con una respiración agitada. Al segundo un tremendo dolor de cabeza hizo que tuviera la sensación de que le iba a explotar: bienvenida seas, resaca. No experimentaba esa sensación desde aquella noche que fue la fiesta de su cumpleaños y despertó en el sofá.
Giró levemente la cabeza a su izquierda y vio las piernas de James junto con sonoros ronquidos. Se giró completamente para contemplar su espalda al estar dormido boca abajo. Se acercó lentamente a él para verla con más detalle. Pasó su mano rozándola con suavidad y vislumbró pequeños lunares a la altura de sus hombros, bajo su nunca y parte de la espalda. Le encantaba acariciar su suave piel mientras él dormía.
Un ronquido algo más fuerte sorprendió a Carol y ésta volvió a tumbarse sobre la cama apoyando su cabeza en la almohada. La respiración de James hacía que los mechones que tapaban su cara se levantaran unos instantes, lo que provocó una leve risa en Carol. Ella recorría con su mirada el cuerpo de James aprovechando que él no la observaba. Era el cuerpo más perfecto que había visto nunca.
Él despertó, se movió y acercó su mano a la cintura de Carol. Se aproximó un poco más a ella y besó sus labios. Cogió la sábana que se encontraba al pie de la cama sin cubrirles y tapó con ella a los dos. Se colocó encima de ella, la abrazó y comenzó a besarla mientras ella hacía lo mismo. Para sorpresa de Carol, James tenía muy buen despertar y eso le gustaba. Ella observaba la sonrisa de él bajo la leve oscuridad que producía la sábana sobre ellos.
Aquello fue interrumpido por la puerta de la habitación que fue abierta, pero ellos no se percataron. Kirk irrumpió dentro de la habitación de Carol, pero se quedó en la puerta observando la situación. Solo veía la sábana que cubría a Carol y James moverse mucho, pero no los veía a ellos. Estuvo así unos segundos hasta que habló.
-Emmm… ¿James? –dijo Kirk para intentar captar la atención de James.
Las sábanas dejaron de moverse en aquel momento y rápidamente James retiró las sábanas de encima de su cabeza y de la de Carol, viendo a Kirk en el umbral de la puerta. La mirada que le echó podía matarle.
-¡FUERA, FUERA KIRK! –exclamó James señalando la puerta.
-¡Vale, vale! ¡Lo siento! –dijo Kirk cerrando en cuestión de un segundo la puerta.
Tras Kirk cerrar la puerta, James soltó un suspiro que mostraba su enfado. Retiró las sábanas que le cubrían por completo a él y a Carol y se quitó de encima de ella. Quedó recostado sobre el colchón y colocó sus manos bajo su cabeza y cerró los ojos.
-No te enfades… -dijo ella intentando quitarle importancia al asunto.
-Ya no puedo tener intimidad ni dentro de una casa. –dijo él sin retirar la mirada del techo.
-Se pensaría que estábamos dormidos, James. –dijo ella acercando su cuerpo a él.
-Voy a ver que quiere. –contestó él saltando por encima de ella.
Se bajó de la cama y en calzoncillos se dirigió a la puerta con decisión. Cerró tras él con un notable portazo y al instante se escucharon voces. Empezó a discutir con Kirk al salir de la habitación. Ella no podía oír que hablaban exactamente, pero se notaba que James estaba bastante enfadado.
Las voces cesaron y se escucharon pasos bajar las escaleras. Poco después volvían escucharse, pero esta vez subiéndolas. La puerta de la habitación se abrió de nuevo y apareció James con un macuto en la mano. Cerró la puerta de la habitación y empezó a sacar su ropa del interior.
-Carol, tenemos que irnos. Vamos tarde. Nos están esperando para que cojamos el jet. –dijo él buscando la ropa dentro del macuto.
-¿Pero cuánto tiempo nos queda para llegar? –dijo ella saliendo de la cama apresuradamente.
ESTÁS LEYENDO
The Day That Never Comes
Fiksi PenggemarCorría el año 1988. La monotonía invadía su vida. Los días de Carol, una chica de 17 años de lo más peculiar, pasaban uno tras otro sin diferencia entre ellos. Ella quería emociones, las cuales nunca llegaban. Acontecimientos que no tardarán en lleg...