Fuga desesperada

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*Visión de Carol*

Como cada mañana, Alex y yo desayunamos juntos. Había veces en las que él subía a mi apartamento, o yo al suyo. Aunque más a menudo solía ser lo primero. Además aprovechábamos la mañana para tocar un rato juntos. Sarah y Christian también subían y los cuatro nos metíamos en la habitación donde tenía la batería. Aún no es nada formal ni serio, pero estamos en ello. Por ahora sólo tocamos algunas covers, pero todos estamos en proceso de componer y Alex de añadir la letra a las canciones pues sería él el que se encargaría de la voz.

-¿Café con leche? –preguntó Alex trasteando la cafetera de la cocina mientras yo ponía un mantel sobre la mesa del salón.

-Sí, por favor. –le respondí cogiendo cubiertos.

Cuando todo estuvo preparado, los dos nos sentamos en el sofá y nos dispusimos a desayunar. Sarah y Christian vendrían dentro de un rato cuando terminasen las clases.

-Carol. –dijo Alex llamando mi atención mientras daba un sorbo a su café.

-¿Sí? –le pregunté dando un mordisco a una rebanada de pan.

-¿Qué paso con ese tal Charlie? –preguntó él mientras me miraba.

Respiré hondo.

-No sé nada de él. –respondí seriamente. –No le he llamado.

-Él no tiene tu teléfono. –contestó automáticamente. –Solo puedes llamarle tú.

-Lo sé. –respondí pesadamente. –De verdad quiero llamarle. Pero hay algo que me dice que no lo haga.

-¿Es por James? –preguntó Alex de nuevo.

-Es parte sí. No dejo de pensar que le estoy traicionando. –respondí pensándomelo por un momento. –Pero hay algo, no sé el qué, que me dice que no lo haga. Es una sensación extraña.

-¿Algo así como un sexto sentido? –cuestionó Alex.

-Algo así. –respondí asintiéndole. –Cada vez que he sentido eso y he hecho algo, he terminado cagándola.

-Puede ser simplemente una casualidad. –respondió él untando cacao en el pan.

-Es una posibilidad. –dije encogiéndome de hombros. –No sé qué hacer.

Llevé mi mano a mi cabeza dudando.

-Llámale. Hazme caso. –respondió él tras unos segundos de silencio. –Te vendrá bien salir. Conocer otra gente. No puedes llevarte día y noche encerrada aquí.

-Puede que lleves razón. –dije levantándome del sofá directa a una mesa donde tenía algunas de mis cosas.

Cogí la agenda y busqué en ella mientras me dirigía al teléfono. Sabía que si me lo pensaba más no lo iba a hacer, por lo que prefería aprovechar ese momento de valentía y hacerlo ahora que estaba decidida. Abrí la libreta y cogí el auricular del teléfono que se encontraba sujeto a la pared.

Alex me observaba atentamente. En ese momento me percaté que desde que me fui de aquel hotel no había vuelto a hablar con James. Sentía que aún no estoy preparada a pesar de que había pasado ya un tiempo, pero no sabía si aquella incomunicación iba a perjudicar aún más nuestra relación. Temía no volver a verle nunca y olvidar su voz. Temía olvidar cómo pronunciaba mi nombre, sonando más bonito que nunca.

-Carol, ¿vas a llamar o qué? –preguntó Alex sacándome de mis pensamientos.

-Sí, sí. –dije volviendo a mí misma mientras buscaba su teléfono.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora