Calmando la soledad

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*Visión de Pablo*

-Tocas la guitarra, ¿cierto? –preguntó Oliver dando un sorbo a su bebida.

-Sí. Tengo una Gibson Flying V blanca. Es preciosa, estoy enamorado de ella. –dije sonriendo.

-Te entiendo. A mí me pasa lo mismo con mi bajo. Tengo un Fender Precision Bass. –contestó Oliver.

-¿Tocas el bajo? –pregunté sorprendido.

Mi mente comenzó a pensar.

-Sí, desde hace varios años. –dijo Oliver.

Desee en aquel momento tener a John a mi lado. Quizás el estuviese pensando lo mismo que yo. Si solo me encontrase con Mary podría preguntarle la habilidad de Oliver con el bajo, pero él estaba delante. La situación tampoco era la adecuada para hacerle una audición.

-¿Qué géneros te gustan o tocas? –pregunté interesado.

-Todo tipo de metal. Aunque el que más me gusta es el Thrash. –contestó Oliver.

Perfecto. Era lo que buscaba. Oliver era la persona adecuada para ocupar el puesto de bajista del futuro grupo. Sin embargo no quería arriesgar, necesitaba oírle tocar. Ya que no sabía si lo que me estaba contando lo hacía solo para presumir. Tampoco quería mostrar demasiado interés, aún era muy pronto. Pero desde luego me Oliver me interesaba, y seguramente a John también.

-¿Te parece que mañana baje a escuchar cómo tocas? –pregunté.

-Claro, baja mañana cuando quieras. –contestó dándome una palmada en la espalda.

Mary sonreía. Parecía que se sentía contenta de que hubiese entablado conversación y una posible amistad con su amigo. Hacía tan solo dos semanas que había llegado a San Francisco y ya me encontraba rodeado de gente. Cuando llegué no tenía esperanzas ninguna de encontrar a nadie, pero estaba equivocado.

Sin embargo había algo que me faltaba y anhelaba: Carol. No conseguía quitármela por completo de la cabeza, y más aún desde el encontronazo que tuve con ella aquella tarde, a pesar de que ella no me viese. ¿Qué pensará de mí ahora? ¿Habrían cambiado sus sentimientos hacía mí? Quizás me odiase, o a lo mejor me echaba de menos. Había algo dentro de mí que me decía que fuese a buscarla y decirle que la amaba. Pero otra me obligaba a odiarla profundamente por traicionarme.

Y no hablemos de James. No pensaba que podía odiar y desear tanto mal a una persona. Me producía un profundo asco el cual, a pesar del tiempo relativamente corto que había pasado, no había menguado, si no que iba en aumento. No podía negar que le admiraba como músico, pero le aborrecía como persona. No soportaba esos aires de superioridad y de macho dominante que tenía. Dudo que quiera a Carol, para él es tan solo una chica más. Pero a ella se le veía tan enamorada de él…

-Bueno, tío. Yo me voy, me estoy cayendo de sueño. Mi cuerpo no soporta tantas fiestas seguidas. –dijo Oliver sacándome de mis pensamientos.

-¡Ah! Claro, mañana nos vemos Oliver. –dije despidiéndome de Oliver.

-Por cierto Mary, ¿quieres que te lleve a casa antes de irme? –preguntó Oliver levantándose del sofá y dejando el vaso sobre la mesa.

Mary se giró para mirarme unos instantes y volvió a mirar a Oliver el cual esperaba una respuesta.

-No, gracias Oliver. Me quedaré un rato más. –contestó Mary.

-Como quieras. Hasta mañana, chicos. –dijo Oliver despidiéndose.

Oliver se marchó de mi apartamento y regresó al suyo. Ahora me sentía un poco mal por lo que le había hecho a su balcón, no sé en qué coño estaba pensando. Ya que no disponía de más marihuana, pues John y yo nos la habíamos fumado toda, y no conseguí más MDMA decidí seguir bebiendo.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora