Llegó un punto en el que incluso Pablo notó algo extraño en Carol. Pero ella siempre le daba cualquier excusa para evitar el tema. Por ahora.
Llegó el mes de Septiembre, y con ello la vuelta al trabajo. Los chicos de Exodus volvieron a la carga, preparando nuevos conciertos, presentaciones y entrevistas. Carol cumplía con su trabajo y con el dinero que ganaba empezó a ahorrar. Consiguió reunir bastante como para plantear mudarse al extranjero, para así no tener que viajar tan a menudo cuando se trataba de conciertos fuera de España. Pero otra de las razones era poder estar más cerca de James.
Pero detrás de que este posible sueño se cumpliese había un problema: Pablo. No sabía cómo se lo diría, ni cómo reaccionaría. Tampoco quería alarmarlo antes de tiempo, ya que aún no sabía ni cuándo ni dónde se mudaría exactamente. Se planteó el invitarle a ir con ella, pero Carol no sabía si aceptaría.
Ella tenía pensado continuar con sus estudios universitarios dónde se mudase. Un cambio de aires no le vendría mal. Empezaba a aburrirse del ambiente de su ciudad, pero por otra parte se sentía apenada por abandonar sus raíces. Nació y creció allí, y con dieciocho años empezaría una nueva etapa de su vida en otro lugar.
Si Pablo se mudase con ella no tendría problemas en mantenerle, con el dinero que gana pueden vivir los dos. Alquilaría un pequeño piso y allí vivirían. No iba a hacerle trabajar por obligación cuando ella ganaba suficiente para ambos y poder vivir.
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-Carol, no hay cervezas. –dijo Pablo husmeando el frigorífico de Carol.
-Vayamos entonces al supermercado. –dijo Carol levantándose del sofá y apagando el televisor.
Carol cogió dinero y salió de casa junto a Pablo en dirección al supermercado. El calor sofocante seguía reinando en las calles de la ciudad. En un momento del camino, Pablo sacó del bolsillo trasero de su pantalón un paquete de tabaco. Cogió un cigarrillo y se lo ofreció a Carol con una mirada. Ella aceptó y lo posó sobre sus labios. Le pasó el mechero y Carol encendió su cigarrillo. Pablo cogió otro cigarrillo e hizo lo mismo.
-Me estás enganchando a esta mierda. –dijo Carol soltando el humo por su boca.
-A alguna droga tenía que engancharme en tu ausencia. –contestó Pablo sin mirarla.
-Veo que la cerveza sola ya no te es suficiente –dijo Carol entre risas.
-Llega un momento en el que necesitas más. Hay veces que lo consigues, pero otras no. –replicó Pablo seriamente.
Carol no supo cómo interpretar exactamente aquella contestación de Pablo, pero sabía de su amigo que en ocasiones se ponía un poco más filosófico de la cuenta. Así que dedujo que se encontraba en una de esas situaciones.
Llegaron al supermercado y echaron en la cesta la cerveza. Carol se paró para comprar algunas cosas para picotear. Mientras elegía que llevarse volvió a su cabeza el tema de la mudanza. Concluyó que le gustaría realizarla a mediados-finales de Septiembre, para así empezar fuera la universidad. Buscó entre sus recuerdos las zonas que más le habían gustado y atraído cuando el grupo había dado conciertos en EE.UU., ya que consideró que era el país más adecuado para lo que ella buscaba. La verdad es que la zona oeste le gustaba más. La costa californiana la enamoró desde el primer momento que puso un pie allí: San Diego, Los Ángeles, San Francisco…
-Carol, ¿vas a pagar? –preguntó Pablo dándole un par de toquecitos en el hombro haciéndola volver a la realidad.
-Sí, sí. Claro. –contestó sorprendida Carol.
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The Day That Never Comes
Fiksi PenggemarCorría el año 1988. La monotonía invadía su vida. Los días de Carol, una chica de 17 años de lo más peculiar, pasaban uno tras otro sin diferencia entre ellos. Ella quería emociones, las cuales nunca llegaban. Acontecimientos que no tardarán en lleg...