Carol bajó la cabeza debido a su timidez. No podía evitarlo.
-No escondas esos preciosos ojos. –dijo James pasando su mano desde la mejilla de Carol a su barbilla.
James levantó de nuevo la cabeza de Carol, haciendo le mirara a los ojos. Sus miradas volvieron a conectarse y ambos se sonrieron. En aquel instante, James se acercó lentamente a la cara de Carol, la cual seguía mirándole. Posó su frente con delicadeza sobre la de Carol, respiró profundo y acercó sus labios a los de Carol. Ella se encontraba inmóvil, tenía el cuerpo paralizado. Pero una sensación de calor le hizo reaccionar. La respiración de James, que era pausada, se mezclaba con la suya, ya que tan solo les separaba unos centímetros. Ella pudo ver como él cerraba sus ojos en el instante en el que sus labios se rozaron, fundiéndose en un beso.
Carol sintió crecer algo en su estómago, haciéndola temblar. Él sujeto la cara de Carol con ambas manos mientras le besaba. Entonces Carol levantó tímidamente sus brazos para abrazarle por la cintura y acercarlo a ella. Pasaron unos segundos hasta que James separó sus labios de los de Carol y abrió los ojos. Ella, lentamente bajó de nuevo sus brazos. James desvió la mirada hacia la mano de Carol y, sin separarse de ella, le quitó de la mano la llave de la habitación. Se giró hacia la puerta e introdujo la llave en la cerradura. Ésta hizo un “click” y James la abrió.
Volvió a mirarla para indicarle con su mano que pasara ella primero. Ella entró lentamente y James cerró la puerta tras de sí. Carol se detuvo en medio del corto pasillo que separaba la puerta de la habitación. Todo estaba oscuro, salvo por dos o tres luces que iluminaban parte de la habitación y la cama. Antes de que Carol se girara para buscar de nuevo a James éste la alcanzó por detrás rodeándola con sus fuertes brazos por las caderas, mientras posaba su cabeza sobre el hombro de Carol.
La hizo andar ese pequeño trayecto hasta dirigirla a los pies de la cama. Entonces se detuvieron y ella se giró hasta quedar frente a James. Volvieron a acercar sus rostros y se fundieron en un segundo beso. La delicadeza que James tenía sobre Carol la sorprendía, se preguntaba cómo podía ser tan agresivo sobre el escenario y a la vez tan delicado. Él bajo sus labios al cuello de Carol pero sin llegar a tocarlo. Ella solo sentía su respiración pasear por el lateral de su cuello, hasta que sus labios finalmente lo tocaron. Sintió un escalofrío que nunca antes había experimentado, más intenso que los anteriores. James, mientras tanto, deslizaba sus manos por las caderas de Carol.
Sin previo aviso, él la giro quedando nuevamente de espaldas. James echó a un lado suavemente la melena de Carol, dejando al descubierto la nuca de ella. Comenzó a besarla. Carol sintió un ardor que le recorrió el cuerpo de pies a cabeza. Él dirigió ambas manos a los hombros de Carol y se deshizo de la chaqueta que ella llevaba. La dejó sobre una silla de la habitación y siguió besando su nuca. James dirigió sus manos esta vez a la camiseta de Carol, con intención de levantarla para quitársela. Carol lo entendió al instante y llevó sus manos a la cabeza de James mientras seguía de espaldas. Él fue levantando muy despacio la camiseta de Carol y comenzó a ver parte de su espalda. Cuando Carol tenía ya medio torso al descubierto bajó sus manos rápidamente y se giró hacia él impidiendo que le quitara lo que faltaba de camiseta.
-James... Yo nunca… -dijo Carol poniéndose al instante colorada.
-Shhh… No te preocupes por eso. –dijo James colocando su dedo sobre los labios de Carol e impidiéndole terminar la frase.
James entendió lo que Carol quiso decirle, pero eso no detuvo lo que estaba haciendo. Mientras la miraba bajó sus manos a la altura de su barriga e intentó de nuevo quitarle la camiseta. Ella levantó los brazos hacia arriba para que se deshiciera de ella más fácilmente. Dejó caer al suelo la camiseta negra de ella. El torso de Carol quedaba completamente al aire. Tan solo la cubría un sujetador de encaje negro. James desfiló con su mirada el torso descubierto de Carol, a lo que ella respondió cruzándose de brazos para cubrirse como podía. A lo que James le sonrió.
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The Day That Never Comes
Hayran KurguCorría el año 1988. La monotonía invadía su vida. Los días de Carol, una chica de 17 años de lo más peculiar, pasaban uno tras otro sin diferencia entre ellos. Ella quería emociones, las cuales nunca llegaban. Acontecimientos que no tardarán en lleg...