Celestes como el mar

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Durante el concierto de Metallica, Carol perdió la noción del tiempo. Observaba detenidamente todo lo que ocurría delante de sus ojos. Jamás había visto un concierto desde aquella perspectiva, y eso la sorprendía aún más.

En un momento que hubo entre canción y canción, Carol se giró y se dio cuenta de que los chicos ya no estaban allí. Sintió confusión, ya que ni se percató de que se había marchado. En contra de su propia voluntad, Carol se fue de allí y recorrió todo el backstage en busca de Steve y los demás. Tras unos quince minutos buscando encontró a Gary terminando de recoger su material.

- Venga Carol, ya hemos cargado todo. Hay que subirse a la furgoneta. –dijo Gary mientras recogía algunos cables.

- Pero… ¿Y los demás? ¿James, Lars, Kirk y Jason? –preguntó Carol con algo de inquietud.

- Nos encontraremos con ellos en el pub que hay aquí cerca. –contestó Gary.

Iba a verles de nuevo, cara a cara.

Salieron del estadio y dejaron la furgoneta en un garaje cercano que habían alquilado. Desde ahí se dirigieron andando hasta el pub. A pesar de que era finales de Julio hacía algo de frío, y Carol solo llevaba camiseta. Tom, al percatarse de que tenía frío, posó su chaqueta de cuero sobre los hombros de Carol.

- ¿Mejor? –preguntó Tom mientras apoyaba su mano sobre el hombro de Carol.

- Sí, mucho, pero pesa bastante –contestó Carol entre risas.

Llegaron al pub. Su interior estaba vacío. Tan solo se encontraban un par de camareros tomándose unas cervezas y charlando. Localizaron una mesa al fondo del local y allí se sentaron. Pidieron al camarero cinco cervezas.

- ¿Les has dado el sitio exacto, Steve? –preguntó Rob.

- Sí, sí. No te preocupes. –contestó Steve a Rob tras darle un trago a su cerveza.

Carol estaba en un estado de inquietud constante. Miraba de un lado a otro y no encontraba una postura cómoda en su silla. Se bebió la jarra de cerveza en poco tiempo. No quería que los chicos notasen su nerviosismo, de lo contrario empezarían a preguntar y le daba mucha vergüenza contar lo que su mente pensaba. Pero su intento de disimulo fracasó.

- ¿Qué te pasa Carol? ¿Te encuentras mal? –preguntó Tom a Carol.

- No. Descuida. Es solo que estoy pensando en mis cosas. ¿Me pides otra cerveza, por favor? Voy a ir un momento al baño. –dijo Carol mientras se levantaba de su silla.

- Sí, claro. –contestó Tom.

Carol aprovechó la excusa perfecta para escaparse un par de minutos y pensar. Se dirigió al baño. Dudó un momento en cuál era el baño de señoras y de caballeros. Cerró la puerta tras ella y echó el pestillo.

Apoyó sus manos sobre el lavabo y se miró frente al espejo. Su imagen reflejaba inseguridad, pero… ¿Por qué? ¿Qué es lo que temía? Solo eran cuatro muchachos más al igual que los chicos de Exodus. Había conocido a muchas más bandas, cuyos miembros tenían personalidades diversas e incluso a veces difíciles, en las que Carol debía de andarse con ojo si entablaba una conversación con alguno de ellos, no fuera a ser que se molestaran por algo que ella dijera. Medía sus palabras y procuraba ser siempre amable y segura de sí misma.

Pero esta vez era distinta, no era capaz de mantener la calma. Pensó por un momento en la formación de la banda, en los miembros de Metallica. Todos parecían simpáticos y agradables. Aunque pensándolo mejor, Carol sabía que no podía engañarse a sí misma. Había oído cosas de la forma de ser de James, era una persona complicada y extraña. Y si a eso le sumamos el sentimiento que Carol tenía hacia él, el resultado es una bomba explosiva. Le intimidaba siquiera su presencia y no quería imaginarse si en algún momento se dirigía hacia ella.

Dos toques secos en la puerta del baño la sacaron de sus profundos pensamientos. ¿Cuánto tiempo había pasado allí? Levantó la cabeza y se dirigió hacia la puerta, pensando que debía cambiar su actitud y ser decidida. No quería que la vieran como una cría tímida e insegura. Giró el pomo de la puerta y la abrió fijando su mirada en el suelo. Pero un obstáculo le impedía pasar y chocó contra él ya que no le dio tiempo a parar antes. Se disculpó pensando que sería cualquier mujer esperando a que ella saliera para poder entrar.

- Lo siento, no me di… -contestó Carol al chocar.

No le dio tiempo a terminar la frase cuando levantó la mirada y vio que ante ella no se encontraba ninguna mujer.

- Eh… ¿No es este el baño de tíos? –preguntó un hombre de larga melena rubia y unos vivos ojos celestes.

A la última persona que Carol imaginaba encontrarse en ese momento y en ese preciso lugar era a James, pero allí estaba, parado frente a ella y le había dirigido la palabra. Carol le costó contestar debido a la sorpresa, hasta que salieron las palabras de su boca.

- Mmm... No, creo que no. El baño de hombres es la puerta de enfrente. –contestó Carol señalando la puerta que había a la espalda de James.

- Ah, vale, gracias. –contestó James.

Mientras él entraba en el baño, Carol se apresuró a salir de allí cuanto antes. Cuando estaba a punto de entrar de nuevo donde estaban los chicos vio por su lado izquierdo un teléfono. Pensó durante unos segundos qué hacer e inmediatamente cogió algunas monedas del bolsillo de su pantalón y marcó el número de Pablo. Le temblaban las manos mientras tecleaba.

- Cógelo Pablo, joder… -dijo en voz baja Carol. Pero Pablo no contestaba, así que decidió dejarle un mensaje de voz. –Pablo, no te vas a imaginar lo que me acaba de pasar…

Carol intentó ser lo más rápida pero clara posible en el mensaje que iba a dejarle a Pablo. Mientras le contaba todo lo que había pasado desde que salió al backstage con Exodus tras el concierto hasta entonces, pasó de nuevo James. Ella giró la cabeza al oír los pasos y le dedicó una tímida sonrisa mientras éste le levantaba la mano y con la otra se colocaba bien la melena. Ese gesto le recordó mucho a su amigo Pablo.

Al terminar de explicarle todo a Pablo colgó. Se dirigió hacia la mesa con paso decidido. Al llegar vio que no había nadie. ¿Dónde estaban? Entonces una voz que provenía de su izquierda captó su atención.

- ¡Aquí, Carol! –dijo Steve tratando de llamar la atención de Carol mientras levantaba su brazo para que ésta la viera.

Carol comenzó a ver nuevas figuras sentadas en la mesa: Eran Lars, Kirk, James y Jason. Tomó asiento en la única silla libre y cogió su cerveza intentando no fijar la vista en nadie.

- Nos hemos tenido que cambiar de sitio porque no cabíamos en la mesa que estábamos. Antes en el backstage no dio tiempo para presentaciones, Carol ellos son Jason, Lars, Kirk y James. Aunque supongo que les conocerás de sobra. –dijo Steve mientras señalaba a cada uno de ellos. -Ella es nuestra fotógrafa, chicos.

Conforme Steve los iba presentando, ellos iban sonriendo y Carol dirigiéndoles la mirada a cada uno de ellos acompañado de un “hola”. Al llegar a James, éste quedaba sentado justo en frente de ella. Cuando le miró directamente a los ojos sintió un pinchazo en el estómago que hacía mucho que no sentía. Le costaba incluso contestarle con un simple saludo.

- Ya nos hemos conocido antes en el baño. –dijo James con una sonrisa a todos y terminando en Carol.

Jamás había visto una sonrisa así. Conocía de James que no era un muchacho dedicar muchas sonrisas y casi siempre mostraba seriedad. Sus ojos celestes eran preciosos y su sonrisa los igualaba. A Carol volvió a recorrerle el mismo escalofrío por la espalda que estando en el backstage cuando lo vio por primera vez. Pero estaba vez lo tenía enfrente suya, mirándola fijamente.

- ¿¡Cómo en el baño!? –preguntó Lars a James con una sonrisa pícara.

- Lars, déjate de bromas. Me confundí e iba a entrar en el baño de tías en lugar del de tíos. –contestó James tajante y volviendo a su común seriedad mientras cogía su jarra de cerveza.

Ante la pregunta de Lars, Carol se ruborizo tanto que todos lo notaron. Comenzó a sudar y se quitó la chaqueta de anteriormente Tom le había dado a causa del frío. Ahora tenía demasiado calor. No quería que nadie la notara nerviosa.

- ¡Camarero! ¡Una cerveza, por favor! –pidió Carol al camarero para intentar desviar el tema de conversación.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora