¿Nuevo trabajo?

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-¿Cómo que se ha ido? ¿Dónde? –dijo James cambiando su tono.

-No lo sé… He preguntado en recepción y se ha ido este mediodía. Seguramente después de la discusión. –dijo Carol con evidente tristeza.

-Carol, seguramente haya vuelto a Valencia, a su casa. Estará bien. –dijo él intentando calmarla.

-Eso espero… Además tendré que irme sola a vivir a San Francisco. Ya me había hecho a la idea de ir con Pablo. –dijo Carol apenada.

Él no dijo nada más y la abrazó contra su pecho.

-No te preocupes por eso, ya lo solucionaremos. –dijo posando su brazo sobre los hombros de Carol haciéndola andar. –Te invito a comer. ¿Dónde quieres ir?

-Cualquier sitio me vale mientras estés tú conmigo. –dijo ella levantando su cabeza y sonriéndole.

Él la miro con ternura y besó levemente sus labios, a lo que ella se sonrojó.

-Entonces será sorpresa. –dijo él.

Salieron del hotel y se subieron en la camioneta de James. Carol no sabía el destino, pero confiaba en James. No le importaba dónde la llevase, todo era perfecto cuando estaba con él. Condujo un rato hasta detenerse delante de la puerta de un restaurante. Ella, sumida en sus pensamientos, reaccionó al notar que el vehículo estaba parado. Miró hacia ventanilla de James y a través de ella pudo leer sobre la entrada del local “Chinese restaurant”. Sonrió inconscientemente al recordar que ambos, cuando se conocieron, fueron a comer a un restaurante chino.

Se bajaron de la camioneta y fueron en dirección a la puerta. Al entrar había muchas mesas ocupadas, por lo que intentaron localizar alguna libre, hasta que finalmente encontraron una. El local estaba lleno de gente, cosa que a James no le agradaba demasiado. Pero se reprimió y se sentó en la mesa libre que habían encontrado.

-¿Qué pedimos? –preguntó Carol cogiendo la carta del restaurante.

-Esta vez eliges tú. –dijo él cruzando sus brazos mientras se recostaba sobre la silla y la miraba de manera perversa.

-No me mires así, por favor… -dijo ella con timidez cubriendo su cara con la carta.

Él rio ante el gesto de Carol. Miró un instante hacia la derecha sin perder la sonrisa, y se percató que una mesa cercana a ellos, ocupada con muchachos y muchachas de la edad de Carol o un poco mayores, le miraban. Cuchicheaban entre ellos sin dejar de observarle. Entonces volvió a mirar a Carol, la cual se encontraba concentrada leyendo la carta para poder pedir la comida, y se la quitó rápidamente. Esta vez fue él quien cubrió un poco su rostro con la carta y se mantuvo en silencio.

Carol extrañada se acercó a él desde su silla y con sus dedos bajó un poco la carta que cubría la cara de James, dejando ver sus ojos celestes.

-James, ¿qué haces? –dijo ella con una sonrisa tonta.

-Hacer lo mismo que tú has hecho. –dijo él mirándola por encima de la carta alzando las cejas.

-¿Pero por qué? –dijo ella sin dejar de sonreír.

-Los de la mesa de allí –dijo indicando levemente con su cabeza hacia la mesa de los muchachos. –no paran de mirar. Necesito intimidad, pero vaya donde vaya no…

La contestación de James fue interrumpida. Unos leves toques en su hombro le impidieron seguir hablando. Retiró la carta de su cara lentamente dejando ver su rostro a quien le había llamado la atención.

Los muchachos de aquella mesa se habían levantado, situándose alrededor de él en corrillo. Todos tenían cara de emoción y una sonrisa se dibujaba en sus rostros.

The Day That Never ComesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora