Al despertarse aquel 4 de Julio, Carol se dispuso a arreglarse para ir a comprar todas las cosas de la fiesta de esa noche.
Hacía un calor insoportable, a pesar de ello Carol no se desprendía de su ropa negra. Su armario en la gran mayoría estaba lleno de prendas oscuras. Para soportar algo mejor aquel caluroso día se vistió con una camiseta que Pablo le regaló hacia unos años, era de sus favoritas, una camiseta con las mangas a la sisa del grupo Exumer.
Se miró al espejo y sonrió, le gustaba lo que veía. Cogió su cartera y salió en dirección al supermercado. Compró cerveza como para una semana y volvió a casa.
Se encargó de preparar el salón para que pudieran estar cómodamente ella y sus amigos, retiró mesas y colocó los sofás y las sillas de manera que hubiera más espacio.
Sus padres se habían ido de viaje y era la ocasión perfecta para estar a gusto en casa. Encendió la tele y se preparó algo de comer.
Dieron las 21:00 PM y Carol ya estaba arreglada. Se encontraba algo nerviosa, y no sabía por qué. Recordó que hacía una semana que esperaba una llamada muy importante la cual aún no había recibido. ¿Habrían dejado de estar Steve Souza y su grupo interesados en ella? Y si eso era así… ¿Por qué?
Mientras pensaba en ello, sonó el timbre de la casa. Carol esperaba que Pablo llegara primero, era el más puntual. Se dirigió hacia la puerta de la casa y la abrió. Para su sorpresa no era solo Pablo, también estaban con él Víctor, Mark, Lorena y Helena, que llevaban una gran tarta de chocolate entre sus manos, con un montón de velas encendidas que sumaban entre todas dieciocho.
- ¡FELICIDADES CAROL! –gritaron todos al unísono.
Carol se encontraba sin habla, no se lo esperaba en absoluto. Pidió un deseo antes de soplar las velas e hizo pasar a sus amigos dentro de la casa.
Cortaron la tarta y empezaron a comerla, Pablo, como prometió, trajo los CD’s que le dijo a Carol, y además llevaba a cuestas su guitarra y el amplificador en la mano. A Carol le daba igual cuanto ruido formaran, era su cumpleaños, un día especial. No habría límites.
La música no se podía poner más alta y los botellines de cerveza se apilaban unos sobre otros. Ninguno de ellos estaba en sus cabales ni para hacer una simple multiplicación. Pablo quitó la música y enchufó su amplificador. Se puso a tocar como un loco todo lo que salía de su mente, quería hacer disfrutar a Carol con su música, era la que más la apreciaba. Se subió encima de una mesa y comenzó a hacer headbanging. Todos los demás comenzaron a hacer lo mismo. Ante esta situación, a Carol se le bajó un poco la borrachera. No quería que ningún mueble se estropeara, e intentó superar con su voz el sonido que salía de la guitarra de Pablo, pero eso era imposible:
-¡Pablo! ¡PABLO! ¡Bájate de ahí o vas a romper algo! ¡Y los demás también!
Nadie echaba cuenta a Carol. Se sentía confusa. La situación fue a más y comenzó a darle un poco igual lo que hicieran.
Sobre la medianoche sonó el teléfono. Obviamente nadie lo oyó, excepto Mark que se encontraba tirado al lado de la mesa donde se situaba el teléfono. Como pudo alzó la mano y tanteó hasta descolgarlo.
- ¿Sí…? –contestó Mark con los ojos medio cerrados y con la cabeza apoyada en la pared del salón. – Sí, es aquí. ¿Quién es? Sí, claro, lo que usted diga. Vaya a gastar bromas a otra parte.
Tras esta breve conversación Mark se retiró el auricular del teléfono de la oreja y lo dejó colgando. Cogió otro botellín de cerveza y siguió bebiendo.
La noche fue larga. Carol no sabía qué hora era, ni que día era. Notó que se encontraba tumbada en el sofá. Todo estaba en silencio. No había movimiento. Algunos rayos de luz se colaban por la ventana. Entreabrió los ojos como pudo y se llevó las manos a la cabeza pensando que así su dolor de cabeza desaparecería, pero no. La resaca que tenía era monumental. Intentó divisar a alguien en lo que aquello había sido el día anterior un salón, porque ahora se parecía más a un basurero. Encontró entre montones de botellines y botellas de alcohol que no sabía de donde habían salido a Pablo, boca abajo y con la espalda llena de dibujos.
Se intentó incorporar como pudo, tambaleó unos segundos y se acercó lentamente hacia Pablo para despertarle.
- Pablo… Pablo… Despierta, ya es de día. –dijo Carol en un tono de voz casi inaudible.
- Cinco minutos más, mamá… -contesto Pablo con los ojos aún cerrados.
- No soy tu mamá, Pablo, soy Carol. Levanta, hay que recoger todo esto.
Pablo se giró levemente hasta quedar boca arriba. Retiró su espalda del suelo y se quedó sentado en él. Echó un vistazo a su alrededor y no daba crédito a lo que veía. Tardarían horas en arreglar aquel desastre.
Durante casi cuatro horas estuvieron recogiendo todo objeto que no debía estar en el salón. No podían con sus cuerpos. Necesitaban dormir. Mientras Pablo estaba barriendo, su estómago se revolvió y tuvo que salir corriendo al baño. Carol seguía con una bolsa de basura tirando todo aquello que encontraba. Entonces, en el silencio de la sala, retumbó el sonido del teléfono.
- Diga. –contestó Carol con trabajo.
- ¿Es usted la señorita Jiménez? ¿Carol Jiménez? –preguntó una voz masculina al otro lado del teléfono.
- Sí, soy yo. ¿Quién llama? –preguntó Carol mientras sujetaba el auricular del teléfono como podía.
- Soy Jeff Smith, mánager de Exodus. Me comunicaron mis clientes que contactara con usted para un contrato que tienen pendiente como fotógrafa del grupo. ¿Correcto?
Automáticamente, Carol de manera involuntaria soltó la bolsa de basura que tenía en la mano y se quedó sin habla.
- ¿Hola? ¿Sigue usted ahí? –preguntó extrañado el señor.
- Sí sí, correcto. Dígame. –contestó Carol volviendo a sí misma.
- Verá, como le comentaba, ayer intenté contactar con usted pero… Parece que hubo un pequeño problema y me colgó el teléfono mientras le estaba hablando. –contestó el señor Smith.
Carol, más sorprendida aún sí cabía, intentó recordar algo de ayer, pero no ponía en pie esa supuesta llamada.
- La verdad es que… no lo recuerdo. –contestó sinceramente Carol.
- Bueno, el motivo de mi llamada era para comunicarle la próxima reunión que tiene usted conmigo y con el grupo. El lunes a las 08:00 AM. en el complejo de oficinas del boulevard 13. Edificio número 2, décima planta, despacho 9. ¿De acuerdo?
Carol cogió corriendo un trozo de papel y un bolígrafo para apuntar la hora y el lugar de la reunión donde firmaría el contrato. El mejor trabajo que podía soñar.
- Sí, de acuerdo. –contestó Carol a los pocos segundos.
- Perfecto. Hasta entonces. Que pase un buen día. –se despidió el señor Smith.
Carol colgó el teléfono y pegó su espalda a la pared. No se lo creía. Estaba a solo un paso de integrarse de lleno en el mundo de la música: grupos, conciertos, giras, fiestas… En ese momento salió Pablo del baño con muy mala cara.
-Dios, que asco. No le deseo esto ni a mi peor enemigo. –dijo Pablo.
Carol no hizo caso a lo que dijo su amigo, y con los ojos casi lagrimosos se dirigió a Pablo.
- Me ha llamado el mánager de Exodus. El lunes firmó el contrato, Pablo.
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The Day That Never Comes
FanfictionCorría el año 1988. La monotonía invadía su vida. Los días de Carol, una chica de 17 años de lo más peculiar, pasaban uno tras otro sin diferencia entre ellos. Ella quería emociones, las cuales nunca llegaban. Acontecimientos que no tardarán en lleg...