Después de un día lleno de emociones, Carol por fin se tumbó en su cama. Se colocó boca arriba y posó sus manos bajo su cabeza mientras miraba su techo lleno de pósters y banderas de grupos. Comenzó a pensar…
Durante el camino de vuelta a casa, Pablo y ella no habían hablado. Nada. Solo un “hasta mañana”. Suponía que la expectación de la situación que habían vivido había dejado sin habla a su amigo, lo que pasó no ocurría todos los días. Pero sentía algo extraño, una sensación que Carol jamás había vivido con Pablo. No sabía describirlo con exactitud, podía tratarse de cualquier cosa: celos, envidia, tristeza, sorpresa…
Le costó conciliar el sueño, pero consiguió dormir a pesar de las preocupaciones que invadían su cabeza.
Se acercaba el día de su cumpleaños, Carol iba a cumplir dieciocho años. Y eso significaba algo importante: podía comprar alcohol, mucho alcohol, sin tener que rendir cuentas a nadie. Tanto Pablo como ella amaban la cerveza. Era algo más que tenían en común aparte de la música. Y es lo que pensaba hacer el día de su cumpleaños, haría una pequeña fiesta en su casa y comprarían cerveza.
A los pocos días Carol fue a contactar con Pablo a su casa, para comentarle la idea que tenía pensada hacer para su cumpleaños. Recorrió la manzana que le separaba de la casa de su amigo. Cuando se plantó allí llamó varias veces a la puerta con decisión. No obtuvo respuesta. Lo intentó unas cuantas veces pero seguía sin abrirle nadie. Se alejó unos pasos y miró hacia las ventanas para intentar detectar algo de luz, pero se veía todo oscuro, parecía que ni Pablo ni sus padres estaban.
No quería volver a casa, así que decidió esperar en el bordillo de la acera a su amigo. Para matar el tiempo hasta que regresara Pablo sacó de su bolsillo un cubo de Rubik. Carol le encantaba resolverlos, y se le pasaba el tiempo volando con él. Siempre lo llevaba encima para aquellos momentos de espera.
Pasaron los minutos, e incluso al menos un par de horas. Empezaba a oscurecer y Carol se impacientaba. Empezó a dar vueltas sobre sí misma pensando donde se había metido su amigo, pues le extrañaba. Levanto la vista y comenzó a examinar la calle, a lo lejos divisó a una persona acercarse a ella, era Pablo. Caminaba con lentitud, con sus manos en sus bolsillos y con la mirada clavada en el asfalto. Carol se quedó ensimismada mirando a Pablo en la lejanía, recordaba el parecido de su amigo a su uno de sus ídolos, Dave Mustaine, y sonrió sin darse cuenta. Cuando Pablo estaba a tan solo dos metros de Carol se paró en seco y levantó la vista poco a poco, examinándola desde los pies lentamente. Cuando cruzaron las miradas Carol le sonrió y Pablo le devolvió otra sonrisa casi imperceptible.
Pablo sacó sus características llaves de casa de su bolsillo y empujó la puerta, y con un gesto le indicó a Carol que pasara y ella así lo hizo. Al entrar se sentaron en el sofá y Pablo se descalzó.
- Pablo, llevo más de dos horas esperándote en tu puerta. ¿Dónde estabas? –preguntó Carol con suavidad.
- Salí a dar una vuelta, necesitaba despejarme. –respondió Pablo sin mirarla, con los ojos cerrados.
- ¿Por qué no viniste a mi casa para que saliéramos a dar un paseo juntos? –preguntó Carol nuevamente.
- Quería estar solo, Carol. –respondió Pablo mientras peinaba su melena rápidamente con sus manos.
- ¿Solo? –preguntó ya de manera inquisitiva Carol.
- Sí, Carol, solo. –respondió Pablo esta vez con un tono distinto.
Carol notó que era conveniente cambiar de tema.
- Tengo una idea para el día de mi cumpleaños.
- ¿Sí? Cuenta.
- Verás, había pensado en invitar a casa a Víctor, Mark, Lorena y Helena. Podríamos comprar cerveza y hacer una pequeña fiesta. Os podéis quedar a dormir si queréis, mis padres están de viaje. ¿Qué tal sobre las 22:00 PM?
- ¡Por mí perfecto! Voy a llamar para avisarles.
Pablo se levantó de un brinco y fue hacia su teléfono, buscó en su libreta los números de sus amigos y fue llamándoles uno por uno.
- Listo, todo preparado. Por cierto, me llevaré algunos CD’s y ponemos música, ya sabes.
Tras Pablo decirle esto a Carol, hizo su típico headbanging. Su melena se movía como si de olas se tratasen, mientras imitaba tocar una guitarra. Carol se río y asintió.
Tras pasar un rato juntos, Carol volvió a su casa. Era tarde, y debía darse prisa. Al llegar se cambió de ropa y abrió la ventana. Desde ella podía ver la ventana de Pablo e incluso parte de su habitación. A veces lo veía hacer ejercicio con las pesas, otras hablar por teléfono y otras tocar su guitarra, una preciosa Gibson Flying V blanca. Casualmente, James Hetfield en sus inicios tenía una igual. Estaba enamorada de la guitarra de su amigo. Lo veía volverse loco mientras tocaba canciones del Kill ‘Em All y agitaba su cabeza muy rápidamente. Pablo amaba su melena más que a cualquier otra cosa.
En ese momento, Pablo se encontraba ordenando su habitación, pero antes de irse a dormir se asomó por la ventana y se percató de que Carol lo observaba. Esta le levantó la mano saludándole lentamente y después le hizo un corte de mangas mientras se reía. Pablo se despidió de ella haciendo lo mismo. Tras eso, apagó la luz y echó las cortinas. Carol se dispuso a hacer lo mismo, pero se dio cuenta de que la Luna esa noche estaba preciosa, y le encantaba que el reflejo atravesara su ventana e iluminara parte de su habitación, así que decidió dejar las cortinas recogidas. Apagó la luz y se tumbó en la cama.
Pensó rápidamente en todos los acontecimientos recientes que habían llegado a su vida y en menos de cinco minutos se hallaba dormida.
Los días pasaron rápido, quizás demasiado, y finalmente llegó el Viernes, era 4 de Julio, su cumpleaños. Estaba deseando que dieran las 21:00 PM para que llegaran sus amigos y celebrar junto a ellos un día tan especial. Tenía que contarles tantas cosas que no sabía por dónde empezar. Aunque sí que había algo que les diría en cuanto les viera: Steve Souza, de Exodus, la había contratado de fotógrafa. Y estaba a la espera de firmar el contrato. Le subía la adrenalina cada vez que pensaba en ello. No se imaginaba la cantidad de personas las cuales admiraba y que podría conocer.
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The Day That Never Comes
FanficCorría el año 1988. La monotonía invadía su vida. Los días de Carol, una chica de 17 años de lo más peculiar, pasaban uno tras otro sin diferencia entre ellos. Ella quería emociones, las cuales nunca llegaban. Acontecimientos que no tardarán en lleg...