Sentirse en el Cielo

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Kyle 

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Kyle 


Ya que era sábado, la intención de Kyle era dejar a Dylan en casa y él regresar con su madre, para pasar la última semana con el chico antes de que sus padres volvieran. Sin embargo, se encontró a si mismo aceptando la invitación del castaño para entrar un rato. ¿Qué podía decir? No podía negarle nada, mucho menos cuando se veía así de bien. Quería verlo un rato más. 

Cuando Kyle había llegado por Dylan, este le quitó la respiración por completo. Era cierto que había vestido casual, pero verlo usar colores más oscuros hacía que le resaltara el cabello castaño y los ojos color miel.

Además, aquella había sido la mejor cita del mundo. No era como si hubiese tenido centenares de citas, pero se entendía el punto.

Hablaron otro poco mientras bebían chocolate caliente hecho por Dylan y, sin saber cómo, se encontraban en el sofá y, sin saber cómo, Kyle ya besaba al chico. Su intención solo era darle un corto beso y disculparse por tener que irse, pero Dylan besaba tan malditamente bien que no pudo parar.

Kyle le tomaba el rostro y entrelazaba sus dedos con el cabello de Dylan, mientras este se aferraba a su camisa. Sin poder controlar sus impulsos, comenzó a recostar al chico sobre su espalda en el sofá, quien se dejó caer sin resistencia. Terminó nuevamente sobre el chico, con sus piernas ligeramente entrelazadas y con sus brazos abrazándolo por la cintura.

Poco a poco, el de ojos verdes terminó acomodándose entre sus piernas y, cuando esto sucedió, las manos de ambos comenzaron a explorar el cuerpo del otro. Kyle retiró su brazo de debajo del castaño para tomarle el rostro, bajar por el pecho hasta llegar a su muslo alrededor de su cadera. Dylan, por el otro lado, retiró la mano de su cabello para bajar por su espalda y volver a subir lentamente varias veces. 

Nuevamente se dejó llevar por sus emociones y dejó los labios del castaño solo para besar su mejilla, su mandíbula y de último su cuello. Eso le arrancó un suspiro a Dylan. Regresó a besarlo en los labios, y tuvo que resistir el impulso de acariciar la piel del castaño debajo de la camisa.

Cuando el impulso fue demasiado, tuvo que apartarse un segundo.

—Carter —dijo muy ceca de sus labios, pero el chico volvió a besarlo—. Carter, tengo que irme.

—Quédate unos minutos más.

«Si me quedo unos minutos más, voy a empezar a insinuar que te desvistas», pensó, aunque un poco avergonzado una vez las palabras se formaron en su cabeza. Probablemente sí lo había pensado antes, pero no de una manera tan explícita. De cualquier modo, no era como si pudiera negar la atracción de todo tipo que sentía por Dylan. La cuestión estaba en que era muy pronto, aún quería esperar, quería que fuera especial.

—Vamos, Carter —le dio un último beso—. No lo hagas más difícil de lo que ya es.

Kyle por fin se separó de Dylan, mientras este desenredaba las piernas de su cintura. El chico parecía tener las mejillas rosadas, por lo que el de ojos verdes creyó que las suyas estarían igual. 

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