Lleno de sorpresas

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Dylan

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Dylan


Era cierto que Dylan podía afirmar lo fácil que era acostumbrarse a la compañía de una persona. Estaba acostumbrado a tener a Trevor cerca siempre, así como estaba acostumbrado a tener a Baverly disponible todo el día, todos los días. Hasta ese momento aún se le hacía difícil creer que ella ya no estaba. Incluso de vez en cuando se encontraba a sí mismo tomando el teléfono con la intención inconsciente de llamarla o ir a buscarla a su casa. Sin embargo, iba mejorando, eso nadie podía negarlo y sabía que era lo que su amiga quería.

Ese día, la razón de su melancolía era que no había visto a Kyle desde el jueves en la mañana. Le avergonzaba un poco decir que no podía estar ni un solo día sin extrañarlo, pero ¿qué esperaban? Estaba completamente enamorado del chico.

Kyle le había comentado que esa semana tenía demasiado trabajo en el taller, por lo cual no podía quedarse con él, ya que estaría saliendo del trabajo demasiado tarde y apenas tenía una hora libre al día. Aun así, prometió que se lo compensaría el sábado en la noche. A pesar de que eso le quitaba un poco el pesar, le entristecía el hecho de que eso significaba que tampoco se verían el viernes o el sábado en todo el día. Sin embargo, no se quedó en casa lamentándose, sino que pasó el rato en casa de Trevor y eso le ayudó a dejar de lamentarse.

El sábado en la noche, Dylan recibió el mensaje que tanto estaba esperando, pero se quedó confundido. Creyó que Kyle iría a verlo, pero en lugar de eso le envió su ubicación. No era muy lejos de donde el de ojos verdes vivía, pero aun así no reconoció la dirección. 

Sin recibir más información además de «te veo en unos minutos», Dylan condujo hasta dar con el lugar. Era en el mismo parque de trailers, pero en dirección contraria a la casa de Kyle. Tuvo que conducir un poco más al fondo, hasta que encontró uno más apartado de los demás. Era bastante grande y parecía nuevo, considerando el estado de los demás que había visto.

Por un segundo se preguntó si su GPS no lo había tirado por el camino incorrecto, pero no parecía haber ningún problema. Tenía que ser ahí.

Bajó del auto y tocó la puerta, rogando por no estar en el lugar equivocado y terminar en problemas.

Para su alivio y sorpresa, fue Kyle quien apareció en la entrada.  

—Lo estaba esperando, señor Carter —dijo el chico con un tono formal, pero pronto dejó que su sonrisa terminara con la seriedad. 

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó al tiempo que saludaba a su novio con un beso en los labios. 

—Pues ahora vivo aquí —se encogió de hombros—. Sorpresa. 

Los ojos de Dylan se abrieron por completo, al tiempo que las comisuras de sus labios subían hasta ya no poder. 

—¿Qué? ¿Cómo puede ser? —preguntó emocionado, mientras le echaba otro vistazo al nuevo hogar de Kyle—. ¿Cómo pasó? ¿Cuándo lo compraste? 

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