Campeón

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Dylan 

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Dylan 


«¿Harías esto último por mí?» le había preguntado el chico. 

 «Haría lo que fuera por ti» había querido decirle, pero se contuvo. 

Kyle le gustaba. Le gustaba mucho. 

Lo cual era realmente raro, porque nunca se había sentido atraído hacia un chico. Hasta hace unos días incluso estaba seguro que solo le gustaban las chicas. 

Era cierto que desde el primer momento que vio al de ojos verdes, no pudo negar que tenía algo. Era bien parecido, con buenos rasgos y era intrigante. Sin embargo, desde que había admitido que tenía sentimientos por él, fue como si le diera autorización a su corazón para latir a mil por hora siempre que estaba con Kyle y a su cerebro para que pensara en el chico las veinticuatro horas del día. 

Que era exactamente lo que estaba haciendo hasta que sintió un fuerte golpe en un costado de la cabeza. Inmediatamente supo que había sido una pelota y solo entonces regresó al mundo real. 

—¡Vamos, Carter! ¡Concéntrate! —le gritaba el entrenador. 

Dylan casi había olvidado que se encontraba en prácticas de lacrosse. 

Luego de ese golpe, el castaño pudo concentrarse un poco más en la práctica, pero sabía que su amigo Trevor ya había notado que algo no estaba bien, porque no rendía igual que las otras veces. 

—¿Pasa algo? Estuviste ausente toda la práctica —mencionó Trevor, una vez en los vestidores. 

—Solo el cansancio, supongo —mintió—. No encontré mi medicamento la noche anterior, así que no dormí mucho. 

Trevor solo asintió. Era fácil salirse de un interrogatorio cuando mencionaba el tema de su insomnio. 

No volvieron a hablar hasta que salieron del vestidor, dando por terminado el día. 

—¿Así que Kyle se está quedando contigo? —sacó el tema su amigo. 

Dylan se lo había mencionado antes de la práctica, pero no habían logrado hablar de aquello todavía. 

—Sí, tuvo algunos problemas con su madre y le dije que podía quedarse en mi casa si lo necesitaba. 

No pensaba darle detalles al chico. No estaba en su lugar hablarles a sus amigos sobre los problemas de Kyle. 

—Siempre y cuando no estés reemplazándome, por mí está perfecto. 

Dylan rodó los ojos, pero soltó una sonrisa, divertido por el dramatismo de Trevor. Si su amigo supiera que lo que quería con Kyle era ser más que simples amigos. 

Ese pensamiento lo sorprendió, pero decidió no darle muchas vueltas. 

Una vez salieron al estacionamiento, Baverly los esperaba sentada en el capó del auto de Dylan. Ese día habían decidido irse juntos, ya que no se vieron en todo el fin de semana y aparentemente había muchas cosas que contarse. 

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