Paraíso

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Kyle 

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Kyle 


El fin de semana con Dylan había sido uno de los más perfectos de su vida. Nadar en el lago, hacer tonterías en la cocina mientras uno de los dos cocinaba algo, escuchar música mientras pasaban el rato en el sofá de la sala de estar y dormir en la misma cama, simplemente sosteniéndose el uno al otro. Si por Kyle fuera, esa hubiese sido su nueva vida.

A pesar de todos los días oscuros, y el movimiento lento con el que se habían percibido las últimas semanas, por fin podía decir que las cosas iban colina arriba. Lo cierto era que hasta se sentía casi en la cima. Todo marchaba mejor de lo que había sido toda su adolescencia y las cosas cada vez solo iban mejorando más.

En la siguiente semana su madre le comentó que le estaba yendo bien en el trabajo y que había tenido que ayudar a un par de clientes, lo que logró como toda una profesional. Ya sin el rastro de los problemas de ansiedad que sufría. Para Kyle eso era espléndido y sentía como si las luces verdes se encendían poco a poco para darle marcha a lo que quería hacer de ese día en adelante. Lo principal era poder formar una vida propia y el primer paso ya estaba en trámite, aunque esto último aún no se lo había comentado a nadie.

Dylan le había comentado que esa semana sus padres volverían a irse de viaje, por lo que podrían pasar el rato en su casa sin que Kyle se sintiera atrapado en una jaula. Él realmente no era bueno con los padres, aunque lo intentara. Nunca sabía qué decirles y, a pesar de que Dylan le había dicho que solo fuera él mismo, Kyle sabía que no causaría ninguna buena impresión. Aun así, su novio no lo presionaba y eso le aligeraba el corazón como quien quitara todo el peso del mundo de sus hombros. 

El jueves en la noche recibió una llamada. El chico ni siquiera le dejó hablar primero.

—No me odies —empezó a decir el castaño.

—No me des razones para hacerlo —dijo a modo de broma, mientras se dejaba caer en la cama. Silencio—. Es chiste, Carter, sabes que es imposible.

Un suspiro se escuchó del otro lado.

—Perfecto, porque no estaba seguro si esta era una razón —eso lo preocupó—. Puede que accidentalmente le haya dicho a Trevor que... podíamostenerunacitadoble

Kyle se incorporó en la cama. Dylan había hablado demasiado rápido y esperaba que esa fuera la razón por la que había escuchado mal.

—Carter... Dime que me equivoco con lo que acabo de escuchar.

Silencio.

—¡Carter!

—¡Vamos, Kyle! Será solo esta vez. Además, seguramente será divertido, ¿no crees?

Él suspiró. 

—Dylan, sabes que yo... que yo no —¿cómo le decía?

El chico de ojos verdes había luchado casi toda su vida con el problema de la socialización. Era extraño, pero simplemente no se le daba, se le era muy difícil. Quien mejor lo sabía era su novio y aun así lo lanzaba a hacer actividades como aquella.

The CrashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora