Fuera de combate

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Kyle 

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Kyle 


Cuando Dylan y Trevor habían dado un paso al frente para enfrentarse a Murphy, Kyle supo que ese era su momento para marcharse fuera del conflicto. Salió de la cocina y se dedicó a dar una vuelta más a la casa antes de decidir si se iba o se quedaba otro rato. 

Recordaba que su última fiesta había sido en su último año de escuela. No el baile de graduación, por supuesto, a ese ni se le había acercado. Había sido una fiesta en casa de un chico de su año. No recordaba su nombre, ya que nunca había hablado con él, pero recordaba la fiesta. Todos ahí le habían lanzado miradas suspicaces, algunas de disgusto y otras simplemente de pura indiferencia, por un par de razones. Ahora, en la fiesta de Baverly nadie parecía tener tremendo interés en quién era el chico fantasma. Nadie sabía quién era y tampoco tenían intención de averiguarlo. 

Eso lo hizo sentir casi aliviado. Una fiesta en donde nadie le lanzara miradas de desprecio por quién había sido su padre y nadie que lo tachara como «el chico que apuñaló Tadeo Lee, el que casimuere desangrado». 

Lo único que terminó con su alivio fue ver a las dos chicas que se había encontrado en el estacionamiento de la escuela. Hizo lo posible para evitar que lo vieran y cuando estuvo seguro de haber escapado, decidió en salir a tomar aire. 

Para cuando se dio cuenta, ya estaba sentado en el muelle frente al lago, en donde sorprendentemente no encontró a nadie. Solo a lo lejos escuchaba a un grupo de chicos, pasando el rato en una de sus camionetas, muy buenos para la fiesta, aparentemente. 

Kyle había tenido la oportunidad de ir al lago solo un par de veces, pero ninguna de esas había logrado detenerse a admirarlo. Le gustaban los cuerpos de agua, le traían paz y le encantaba nadar. Sin embargo, nunca lo hacía porque no tenía oportunidad. Esa noche solo se limitó a observar como la luz plateada de la lun teñía las aguas oscuras. 

No pasó mucho tiempo hasta que escuchó y sintió pasos avecinándose por el muelle. Sabía quién era sin tener que volverse. 

—Te estuve buscando por todos lados —comentó, al tiempo que se sentaba al lado de Kyle. 

Dylan le ofreció otra botella de cerveza. Esa vez Kyle sí la rechazó. 

—Cierto. Tienes que conducir de regreso —dijo, dejando las dos botellas que llevaba a un lado. 

—No es por eso, en realidad —admitió, volviéndose ligeramente al castaño—. No me gusta el alcohol. Te hace cometer tonterías. 

Dylan sonrió. 

—O te permite hacer o decir las cosas a las que no te atreverías estando sobrio —apuntó, divertido. 

—Y te aseguro que son cosas de las que terminas arrepintiéndote en la mañana —intentó decirlo en todo de broma, aunque era en serio lo que pensaba. 

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