Sonrisa en lugar de lágrimas

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Kyle 

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Kyle 


Aquello había sido lo más difícil que Kyle tuvo que hacer en su vida y era lo que más lo había destruido. Aun así intentó mantenerse estable. Tenía que resistir, al menos hasta llegar a su nuevo destino, luego tendría toda la libertad de desmoronarse en el suelo, lo cual seguramente haría en cuento se quedara solo.

Mientras iba saliendo de casa de Dylan, hizo una última llamada.

El chico del otro lado le contestó con más alegría de lo que Kyle creyó podría volver a sentir.

—¡Kyle! ¿Qué tal? ¿cómo está Dyl? —preguntó Trevor de inmediato.

El chico intentó que su voz saliera como si no acabase de destruir su propio corazón.

 —Está... bien —intentó decir, mientras la imagen del chico con lágrimas en los ojos se quedaba congelada en su cabeza—. Trevor, mira, tengo que irme, ¿podrías venir a chequear a Dylan dentro de poco?

Era cierto que los padres del chico también estaban pendientes de él, pero no era su estado físico el que Kyle necesitaba que Trevor chequeara. Sabía que lo que más necesitaría Dylan luego de esa tarde era a sus amigos, además que él realmente no quería que el chico estuviese solo y se aislara. No le diría al amigo del castaño lo que estaba sucediendo, Dylan terminaría por contárselo, lo cual era lo mejor.

—Am... de acuerdo —dijo extrañado al otro lado del teléfono—. ¿Está todo bien? 

«Se fuerte» se dijo a sí mismo «se fuerte». No podía mencionarle a Trevor lo que estaba sucediendo. Ya se sentía demasiado mal por sí mismo, no quería que nadie más le acusara de estar haciendo lo incorrecto, porque él sabía que estaba haciendo lo que era mejor para Dylan.

—Sí, solo tengo que encargarme de unas cosas. No sé cuándo volveré —no era mentira—. Dejé una caja en la sala de estar para él. ¿Podrías dársela cuando veas que esté mejor

Intentó hacer énfasis en las últimas palabras. No quería que Trevor le diera la caja ese mismo día, porque existía la probabilidad que el odio del chico fuera tanto que ni se molestaría en revisar qué era e inmediatamente lo tiraría al suelo. Tal vez, si algún día dejara de odiarlo, podría abrir esa pequeña cajita y sonreír.

—De acuerdo, no te preocupes, yo me encargaré de que lo reciba —el chico habló con tono animado, como si quisiera darle a entender a Kyle que era alguien confiable. Él no tenía ninguna duda de aquello. A pesar de la actitud mayormente infantil de Trevor, sabía que, una vez se enterara de lo sucedido, comprendería lo que Kyle le había querido decir.

Se despidió casualmente del chico y colgó.

Ahora no le quedaba nada más que irse. Incluso se había despedido de los padres de Dylan, aunque no había sido nada fácil tampoco.

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