Ensoñación

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Dylan 

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Dylan 


A pesar de que Dylan se moría por dentro, puso su mejor cara al salir del baño y adentrarse de nuevo a la fiesta, en donde mágicamente ahora todos recordaban su nombre. Y, de hecho, la fiesta marchaba bien. Casi todos los del equipo se encontraban ahí, excepto Murphy, pero el castaño no cantaba victoria todavía, estaba seguro que el chico simplemente llegaba retrasado. 

Convencer a sus padres de salir por el fin de semana no fue tan difícil. 

—¿Por qué no se van a la casa del lago? Hace mucho que no pasan por allá —y no era mentira. Además, sus padres tenían un merecido descanso. 

—¿Y cómo nos aseguraremos que no destruirás la casa? —le preguntó su padre, el que más terco se mostraba sobre tomar unas pequeñas vacaciones, mientras que su madre ya estaba empezando a empacar. 

No había necesidad de ocultarle a sus padres que pensaba hacer una fiesta. No eran lo que podía llamarse estrictos. Además, estaba el hecho de que no podían sentirse más felices de que su hijo volviera al equipo de lacrosse. Cuando Dylan mencionó una fiesta para celebrar su inminente victoria, estaban completamente emocionados. La razón por la que su padre no estaba convencido de irse era porque no querían que la fiesta se saliera de control. 

—No serán muchas personas, solo los de la escuela —eso no era una mentira. Él había invitado solo a los chicos de la escuela, si estos llevaban más personas, eso estaba fuera de su poder. 

Sus padres por fin aceptaron y la fiesta seguía un ritmo movido sin volverse salvaje. 

Ahora, la verdadera pregunta era, ¿por qué demonios Dylan Carter había decidido hacer una fiesta cuando ya había renunciado a ellas? Simple. Porque ese era el punto. Volver a ser aquel chico popular. Volver a ser el chico que era antes de que vida se fuera patas arriba. Ya había intentado ser él mismo y eso, aparentemente, no fue suficiente. Siendo él mismo le rompieron más el corazón que siendo el chico popular que todos esperaban. 

Cuando salió del baño, la primera persona con la que se encontró fue con Trevor, quien sí aparentaba estar pasando un buen rato, pero no parecía muy convencido de que era ahí en donde debía estar. 

—Dylan, no puedo creer que realmente hayas hecho una fiesta —dijo una vez lo tuvo lo suficientemente cerca para hablar sin molestias. 

—Lo sé, ¿verdad? —tomó un sorbo de su vaso con desinterés—. Creí que sería más difícil considerando que me falta práctica, pero va marchando estupendo. 

—No, Dylan —la mirada de preocupación de Trevor le revolvió el estómago. Sabía cómo sus amigos se sentían con el nuevo-viejo Dylan. Recibió miradas inquietas toda la semana, pero él simplemente las ignoraba, haciendo como si no se diera cuenta que se estaba haciendo daño él mismo—. Creí que habías dejado todo este rollo. Este ya no eres tú, amigo y has estado actuando extraño toda la semana. ¿Qué ocurrió? 

The CrashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora