Kyle
Las siguientes semanas siguieron siendo un sueño para Kyle; a pesar de que no podía ver a su novio todos los días, cuando se veían era realmente especial, considerando que el chico nunca creyó que sería capaz de demostrarle tanto amor a alguien, ya que él no era de los que expresaban cariño.
Además, desde que se habían acostado, a Kyle le era imposible dejar sus manos solo para él. Quería estar todo el tiempo con Dylan, tenerlo siempre cerca. Es cierto que aquello lo había querido desde siempre, pero antes intentaba tener un poco más de autocontrol, ahora era como si todo ese autocontrol se hubiese ido por la borda. Sobre todo, porque quería demostrarle al castaño que no había cometido un error al compartir un momento tan íntimo como aquel. No le importaba en lo más mínimo demostrar lo mucho que amaba a Dylan frente a las personas, aunque este se sonrojara un poco cuando sabía que alguien más podía verlos.
Luego de haber despedido al chico aquella tarde de domingo que habían pasado juntos, Kyle había vuelto a lanzarse sobre la cama, sonriendo como nunca antes, la cual había ido en aumento cuando sintió el sutil aroma a miel y limón del chico impregnado en las sábanas. Creyó que ser así de feliz era imposible, pero ahí estaba, siendo la persona más feliz del mundo.
Cuando se incorporó se encontró con la mirada molesta de su viejo amigo.
—No me mires así, Fender —se quejó—. Ahora tengo novio, es justo que le dedique tiempo a él —el perro gruñó un poco—. ¡Solo fueron un par de noches! De cualquier modo, no puedes enfadarte conmigo toda la vida, ¿verdad que no?
Y solo eso bastó para que el can moviera la cola y se acercara dando lamidas al aire a su dueño. Era claro que ya no estaba molesto.
A pesar de que lo intentaba, la sonrisa de tonto no se la quitaba nadie, ni siquiera el estar concentrado en su trabajo. Recibió varios comentarios de su madre y de Bobby, quienes parecían igual de contentos por él, pero que al principio les pareció de lo más extraño. No podía culparlos, ambos habían visto por años cómo el chico era consumido por una nube negra; verlo radiar como el sol era cosa de otro planeta.
Fue un día martes en que los chicos decidieron tener una salida casual. Las semanas anteriores habían tenido un par de citas románticas que, aunque era seguro que los dos intentaban que no fuera así, siempre se convertían en otra cosa. Aunque a quien menos vergüenza le daba admitirlo era a Kyle, quien estaba completamente enamorado de su novio y no podía evitar quererlo todo para él todo el tiempo. Se le hacía imposible no dejar sus manos sobre él, tocarlo, besarlo por todo el cuerpo. Sabía que Dylan se sentía igual —por muy obvias razones—, pero él era de hecho el más reservado de los dos, por lo que siempre se sonrojaba cuando el de ojos verdes le recordaba cómo y dónde terminaban sus citas.
Ese día se encontraban caminando por la acera tomados de la mano, yendo hacia la cafetería a donde habían ido luego del boliche hacia algunas semanas. Mientras caminaban, hablaban de cualquier cosa que se les viniera a la cabeza, ya fuera cómo les había ido a ambos a lo largo del día o comentaban sobre cosas que veían al pasar frente a las tiendas. Esa era una de las cosas que más le gustaban de estar con el castaño, que podían estar todo el tiempo juntos y nunca se quedarían sin temas de conversación. Esta simplemente fluía.
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The Crash
Novela Juvenil-Así que... ustedes dos son... ¿amigos? Kyle desvió la mirada a todos lados, evitando encontrar la de Dylan. -No estoy en contra, pero saben que es una locura, ¿verdad? Tú, Dylan, eres literalmente todo lo que representa al lado norte y tú, Kyle, p...