El impacto

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Kyle 

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Kyle 

Y, efectivamente, habían logrado recorrer toda la feria sin ningún otro inconveniente. Incluso la conversación que habían mantenido con los padres de Dylan no había ido mal, habló poco, pero logró no decir ninguna tontería, lo que ya era un avance. Los amigos de su novio habían decidido irse un poco antes que ellos dos, pero Dylan y Kyle tampoco se quedaron mucho tiempo más, a pesar de que la feria no cerraría hasta dentro de dos horas más.

 A diferencia de cómo estaban las calles en la tarde, a esa hora estaban prácticamente vacías. O las personas ya se había regresado hacía mucho o seguían en la feria, en todo lo que caminaban, Kyle solo había visto a un par.

—Mis padres están encantados con que nos acompañes mañana a cenar —le dijo Dylan luego de unos segundos en silencio—. Preguntan qué te gustaría comer.

Kyle negó con la cabeza.

—Aún no puedo creer que me estafaras con eso —dijo a modo de broma y Dylan solo rio—. Dile a tu madre que cualquier cosa está bien. Sabes que soy un muchacho simple.

—Eso hará feliz a mi madre, siempre le gusta experimentar con nuevas recetas.

Ambos chicos cruzaron miradas y sonrieron. Mientras se veían, Kyle solo podía pensar en que ansiaba llegar a su remolque, solo para poder darle un beso adecuado a su novio, porque con la luz de la luna y las farolas iluminando su rostro, hasta parecía una obra de arte. Le encantaba. Además, que no podía dejar de pensar lo que habían estado haciendo antes de marcharse a la feria.

 —Bueno, bueno, bueno —una voz hizo que ambos pararan en seco—. Kyle Montgomery. Y yo que creí que mi noche no podría ser más entretenida.

El corazón de Kyle se detuvo por completo y sintió como su cuerpo entero comenzaba a temblar. Esto solo empeoró cuando vio a Tokio salir de las sombras, mientras que más siluetas se le unían. La pareja muy pronto estuvieron rodeados por siete chicos ya demasiado conocidos para su gusto. 

Se volvió a su novio con el corazón en la garganta y habló tan bajo como pudo.

—Quédate detrás de mí y no digas nada ¿de acuerdo? —Dylan solo asintió.

El castaño se miraba mucho más relajado que Kyle, pero no sabía si era porque realmente no tenía miedo o porque fingía muy bien. Fuera lo que fuera, envidiaba no tener la misma capacidad que su novio.

Los siete chicos comenzaron a cerrar el círculo malhecho, hasta el punto que casi podía ver el rostro de todos, entre estos el de Zeke, quien tenía la mirada baja.

Kyle sintió un increíble odio hacia el chico. Le había prometido que no diría nada sobre haberlo visto en la feria, pero ahí estaba. Seguro al nomás despedirse de su novio, Zeke había corrido con Tokio a darle las noticias.

—Me enteré que estabas en la feria y, bueno, se me hizo descortés no pasar a saludar —sonrió de manera socarrona al tiempo que se acercaba más al de ojos verdes, al punto en que ambos podían ver cada rasgo del otro—. ¡Y veo que traes compañía! Nunca te creí del tipo que tuviera... «amigos». 

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