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Mientras tanto en el despacho principal de la mansión Phantomhive el joven conde miraba enojado a la puerta donde entraba su mayordomo a paso lento.

—¡Sebastian! ¡Llevo como una hora llamándote!

—Solo fueron cinco minutos, no exagere. —Murmuraba malhumorado el demonio al entrar con la charola de té en su mano derecha.

—Seguramente estabas haciendo cosas pervertidas con el cocinero y ahora vienes a servirme el té con esas manos sucias. Que asco no me sirvas nada... —Algo asqueado murmuraba este haciendo gestos, parecía estar hablando muy en serio.

—No estábamos haciendo nada eso... Eso lo hacemos por las noches cuando no hay ciertas personas que nos interrumpan.—Con sarcasmo decía sirviéndole el té— ¿Si quiere puede olerme el guante?

—Asqueroso... —En un murmullo Ciel le hablaba mientras le miraba con fastidio al tenerlo cerca notaba algo extraño en su semblante— Te ves más pálido de lo normal... ¿Te sientes bien?

—Que el joven amo se preocupe por mi, me emociona al punto que comenzaré a llorar... —Con fingido sollozo le hablaba.

—¡Muérete entonces!

—No se enoje... Pero la verdad no me siento muy bien, y no me diga que es extraño porque sé que es extraño.

—Es extraño... —Murmuró el joven para molestarlo.

—Es tan infantil a veces.

—¿Los demonios se enferman? Nunca antes te habías enfermado.

El demonio se quedó pensativo ante sus palabras.

—No me habia enfermado antes, pero nunca antes tampoco había tenido tanto sexo seguido en mi vida, tal vez estoy desgastado. —Insinuaba burlón solo para molestar a su amo y ver ese gesto de vergüenza en su cara al hablar de esos temas.

—¿Es necesario que yo deba enterarme de esas cosas? —Con una falsa sonrisa Ciel le insinuaba con molestia algo sonrojado— Ya me explicaste que el cocinero mete su cosita en ti, y todavía pienso que es asqueroso.

—Asqueroso para usted... Delicioso para mi... —Pervertidamente le refutaba, haciendo apenar más al joven que se tapaba los oídos para pretender no escucharlo.

—Lo siento pero usted preguntó yo solo estoy tratando de hallar una respuesta a mi malestar.

—Bueno al médico no puedes ir, no eres humano... Quizás al veterinario... —Se le burlaba al ver el disgusto de su mayordomo que suspirando pedía permiso para retirarse.

—Oye... Todavía no terminamos de hablar. Si llamamos a Sullivan ella podría revisarte y darnos una respuesta de lo que tienes.

—Ohhh... yo creo que el joven amo solo quiere usarme de pretexto para ver a su amiga pies chiquitos.

El conde se sonrojaba hasta las orejas ante esa insinuación, golpeando el escritorio se levantaba de su asiento.

—¡Claro que no! ¡Y no le digas asi!

—Owww ahora la defiende... —Se le burlaba el demonio haciendo un puchero simulando ternura, al parecer había llegado su oportunidad de desquitarse.

—Bueno ahora con más ganas quisiera verte muerto... —Enojado refunfuñaba.

—Seguro que si me muero lloraría como esa vez cuando me morí e hizo todo un drama.

—Solo era una actuación, si te mueres el único que te lloraría sería tu novio.

El demonio parecía palidecer más, mareándose un poco se sentaba en un sillón cercano, Ciel notó que al parecer no estaba fingiendo y en realidad si se encontraba enfermo así que se acercaba a verlo.

—¿Estás bien?

—Solo sentí un mareo.

—Que raro, lo único que me falta es que me hayas salido todo defectuoso y ya ni siquiera garantía debes tener.

—Deje de burlarse...

—¡Espera!

Casi en un grito el exaltado conde sonreía perverso al recordar algo que había leido hace poco cuando por curiosidad leyó un libro sobre embarazos, ya que el mismo lo había engañado con eso semanas atrás lo dejó con esa inquietud y como buen niño curioso leyó sobre el tema.

—¿Qué sucede? —Confundido el demonio miraba como su aparente inocente amo sonreía con malicia.

—Lei que esos sintomas son de embarazo... ¿Y si de verdad te embarazaste ahora?

—Eso es imposible... —Murmuró dudoso el demonio, en el imposible había la posibilidad de un posible, en todas las cosas habían excepciones. Pero no le daría el gusto a su amo de verlo alterado por esa posibilidad remota.

—Ahhh como que noto que si podría ser... —Se le burlaba el menor, era como si el karma de la vida le estuviera cobrando al "chistoso" demonio la broma de la vez pasada y se le hiciera realidad.

—No... Eso es imposible... —Seriamente Sebastian se levantaba estaba en pánico pero no lo demostraba.

No era posible ¿O si? Pensaba el demonio mientras caminaba a la puerta, era fastidioso sentir esa sonrisa burlona de su amo sobre él.

—Al parecer el líquido de Bard hizo efecto en ti... —Se le burlaba el conde aturdiendo más al demonio que salía de prisa del despacho.

—Esto me pasa por calenturiento... —murmuraba en voz baja, ahora solo quería respuestas así que iría a visitar a unos viejos amigos para que descartaran esa duda, porque un hijo no era lo que quería prefería morir antes de verse como una madre.

Ese demonio... Tendrá un bebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora