La chica Harley.

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Cap. 407

Un disparo, un muerto; todos los francotiradores deberían ser capaces de hacer esto. Saeng era una experto en habilidades militares; de tal forma que dicha hazaña resultaba sumamente fácil para él.

Disparó cinco tiros continuos y cada bala pegó en su objetivo. ¡Era un francotirador increíble! Cualquiera dudaría que un doncel como él pudiera tener un estilo francotirador tan magistral; pero Saeng tenía eso y más. ¡Para empezar, era un hombre y ocupaba un alto rango en el ejército!

"¡Demonios, ¿cómo es posible que los francotiradores estén por todas partes? ¿Y dónde diablos están los nuestros?". A pesar de que esos forajidos estaban acostumbrados a la vida fugitiva, sus corazones se cimbraban al ver a sus compañeros caer repentinamente frente a ellos. Se detuvieron, no se atrevían a dar un paso más, tenían miedo de que a ellos también les tocara un bala, como resultado de su indiscreción.

Saeng sonrío levemente apuntando su arma al siguiente objetivo. No era un asesino, sin embargo, ser amable con tus enemigos a veces era lo mismo que ser cruel contigo mismo; él siempre mantuvo ese principio en mente. Por lo tanto, mientras más peligrosa fuese la situación, más cruel debía ser él para evitar que otros lo mataran.

Los escondites eran extremadamente importantes para los tiradores profesionales; una vez que fueran descubiertos por el francotirador enemigo, debían cambiar su escondite o morirían; y Saeng lo sabía bien. Así que vigilaba muy cuidadosamente su entorno para ver si sus enemigos habían descubierto su ubicación después de disparar. Una vez que se sintiera expuesto, cambiaría de escondite sin dudarlo.

El silbido de una bala lo alertó nuevamente. '¡Maldición!', pensó para sí mismo. 'Estoy expuesto. Afortunadamente no saben mi ubicación exacta; esa es la única razón por la que sigo con vida. ¡Maldita sea! ¡Tengo que ser más cuidadoso!'.

A pesar de haber sido un error menor, Saeng lo aprovechó y respondió con éxito. Su objetivo gimió y luego se desplomó; su precisión había sido mortal. De pronto, comenzó a sudar frío. Él podría hacer esto todo el día, excepto por el hecho de que se estaban quedando sin municiones.

ʺ¡Vayámonos de aquí!ʺ, dijo Hyun. Sabía que su esposo había sido descubierto, así que cuando otro hombre se les acercó, Hyun levantó su arma y le disparó inmediatamente.

Del otro lado, sin vacilar, Lucas lanzó varios dardos; aunque no todos los dardos podían cortar una cabeza, derribó con éxito las pistolas de los forajidos y eso le dio mucho tiempo a Saeng para localizar otro francotirador, sin embargo, más y más forajidos se unían y les disparaban. Les resultaba cada vez más difícil aniquilarlos, especialmente porque se estaban quedando sin balas; por lo tanto Saeng, Hyun y Lucas decidieron ocultarse en los arbustos, observando a la gente que se les acercaba.

ʺCoronel, deje de pelear, ¡es en vano! Será mejor que salga. ¡Sea un buen chico y acepte mi cariño! ¡Le prometo que le encantará!". Se trataba del Halcón; ni siquiera en una situación tan peligrosa, podía hacer a un lado su lujuria.

De repente la mirada de Hyun se nubló cuando lo escuchó, y pesar del peligro que representaba, levantó su arma y disparó a tan lujurioso hombre. Todos apostaban que el Halcón había sido herido, sin embargo, se ocultó tras uno de sus hombres. El pobre chico fue usado como escudo humano y herido de muerte. ¡Qué hombre tan siniestro y despiadado!

Todos se quedaron inmóviles por unos segundos, impactados por la escena que acababan de presenciar. Saeng aprovechó el tiempo ganado y tiró del gatillo sin parar, hacia el grupo de bandidos. Mientras tanto, en medio de la confusión, Lucas seguía lanzando sus dardos, varios de los cuales salían de sus manos al mismo tiempo y volaban en diferentes direcciones.

Se escuchaban gritos y gemidos al unísono. Cuando esos bandidos se dieron cuenta de lo que había sucedido, comenzaron a disparar como locos desde su escondite, donde no podían moverse, ni siquiera podían respirar, e incluso habían estado muy cerca de ser alcanzados por los proyectiles más de una vez.

En este momento se escuchó un grito, un grito especialmente estridente en los suburbios a la media noche; se escuchaba cada vez más cerca del campo de batalla.

ʺ¡Ahhh! ¡Ahhh! ... ¡Muévanse todos! ¡Apártense! ¡Está fuera de control! ¡Apártense ahora!". Una guapa chica conducía una harley en dirección hacia donde se encontraban todos ellos, con la cabeza del motor inclinada hacia un lado. Obviamente, los frenos no respondían.

"¡Maldita sea! ¿Quién es esa chica?", preguntaron los bandidos, sorprendidos. De hecho, pudieron haberle disparado para evitar ser golpeados por el motor, sin embargo, no les fue posible ya que algunos autos iban siguiéndola. Esos vehículos llevaban encendidas las luces largas, lo cual les impedía abrir completamente los ojos, por lo que ni podían enfrentar a Saeng y los demás; lo único que pudieron hacer fue trastabillar para evitar ser golpeados por la veloz harley.

Los autos de los bandidos se detuvieron y la harley se estrelló contra uno de ellos; se escuchó un fuerte estallido y en seguida todo quedó en silencio. Inevitablemente, la chica que la conducía salió proyectada por los aires, a pesar de haber sido un fuerte aterrizaje, una gruesa capa de heno impidió que se lastimara mucho; afortunadamente ningún hueso roto, solo unos cuantos raspones.

"Señorita, señorita, ¿está bien?". Los autos que la seguían frenaron bruscamente, todos los hombres abordo bajaron de los vehículos y se apresuraron hacia la diminuta chica ayudándola a incorporarse.

"¡Demonios! Estoy bien, pero si intentas algo tú no lo estarás! ¡Maldición! Me las va a pagar ese ladronzuelo. ¡Me vendió una moto defectuosa!ʺ, la chica maldijo con arrogancia y agresividad. Su rostro reflejaba rabia y confusión.

"¡Sí, vamos a buscar a ese tipo! Aunque la moto es robada, pero él primero nos quiso timar con otra moto defectuosa. ¡Nos pudimos haber matado!". Varios hombres vestidos de negro estuvieron de acuerdo con la chica. En realidad, no les importó en lo absoluto el peligro que los rodeaba.

"¡Sí, tienes razón! No soy mala montando motos, es la moto la que está mal y causó todo este desastreʺ, dijo la jovencita como si estuviera redefiniendo la realidad, y culpaba a todos, menos a ella misma. Cualquiera podía darse cuenta de lo sucedido definitivamente no era la primera vez que pasaba.

"¿Que carajos te pasa? ¿Estas acaso ciega? ¿Que crees que somos? ¿Muertos?" El hombre con una cicatriz en la cara perdió la calma y comenzó a gritar. Al darse cuenta de esas personas los estaba ignorando enfurecido por completo.

"¡Ay! ¡lo siento! Se me olvido que estaban aqui. ¿Pero qué hacen aqui de noche? ¿Filmando una película? ¿Cómo se llama? ¿Fantasmas de media noche?" La chiquilla alzó su hermoso rostro y un destello de interés y buena voluntad brilló en sus ojos.

"Fantasmas de Media Noche, no esta nada mal. Niñita, ¿Sabes qué? Nuestro jefe te complacera más tarde. ¿Acaso Dios creé que un oficial militar no es suficiente y por eso le envió a nuestro jefe una chica?" Dijo arrogantemente el hombre feo con una sonrisa lujuriosa y agito su arma frente a la jovencita tratando de intimidarla. Sus gritos lo harían muy feliz.

Un verdadero amor. 3a Parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora