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De acuerdo, sí le estaban doliendo los brazos, y quizá sus piernas no podían quedarse quietas en un sólo lugar, ya que su cuerpo rebotaba junto con la máquina, pero aún así Seungmin no pudo evitar reír al ver cómo Hwang Hyunjin, el elegante príncipe que sólo vestía ropa carísima, estaba a nada de soltarse de la baranda mientras gritaba desesperado que pararan el juego. Kim no podía pedir nada más, era suficiente para que su día fuese feliz hasta el final.

Fue de un momento a otro cuando Hyunjin sacó fuerzas de quién sabe quién, y logró tomar un lugar seguro, sujetándose con fuerza para no volver a estar en riesgo al menos hasta que acabara el juego; el problema era que . . . se estaba sujetando de Seungmin y estaba sentado demasiado cerca a él, y es que segundos atrás había agarrado el abrigo ajeno como si fuese una soga, y después de tirar de él, logró con éxito volver a estar en un sitio seguro.

Seungmin comenzó a forcejear, queriendo sujetarse con su brazo derecho mientras lo empujaba con el izquierdo, pero el mayor había empezado a quejarse como un niño pequeño al que le quieren quitar su dulce favorito, y aseguraba su agarre incluso con más fuerza, al punto de estar prácticamente abrazándolo, habiendo inmovilizado sus piernas al rodearlas con las suyas. Las demás personas tenían su mirada puesta en ambos, y aunque algunos reían, a pesar de estar en situaciones complicadas como ellos, a otros les parecía una memorable escena de dos personas que se estaban volviendo más íntimas inconscientemente.

En cuanto el juego acabó, Hyunjin lo soltó de inmediato, haciendo el esfuerzo por retomar su postura, para después mirar a un exhausto Seungmin que aún se mantenía sentado con la boca levemente abierta.

— Me dejaste sordo. — fue lo primero que dijo el menor, viendo cómo Hwang sacudía su abrigo y acomodaba su cabello. — Ey, príncipe idiota, ¿acaso no conoces el respeto por el espacio personal?

— Conozco algo llamado: supervivencia. — manifestó el mayor con tranquilidad, como si lo de hace un par de minutos nunca hubiera sucedido. — ¿Me vas a declarar el ganador de los dardos ya?

— Ni lo pienses. — sentenció Kim, parándose al notar que las demás personas ya habían bajado de la máquina. — Debes admitir que lo que hiciste no fue nada justo. Si no fuera porque tengo la fuerza de Thor, ambos hubiéramos rodado al centro del disco y terminado siendo puré de papas. Quien ganó aquí soy yo-

— Está bien, está bien. Quedará como uno a uno. — le interrumpió, metiendo sus manos a sus bolsillos y encaminandose a la salida. Seung le siguió el paso tras soltar un bufido, acariciando su brazo derecho en el proceso. — Hay que elegir otro juego para desempatar.

— ¿Otro? — interrogó el menor con hastío.

Ambos ya estaban caminando entre el gentío otra vez, al lado del otro, pero sin mirarse al hablar. Hyunjin creyó que lo mejor sería sonar retador para provocarlo.

— ¿No te tienes confianza?

Tsk! Te hago recordar, sagrada majestad, que Jeonginnie está haciendo cola en alguno de los tantos juegos que hay acá. Debemos ir por él. — informó Kim, sacó su teléfono mientras detenía su paso, parando el caminar de Hyunjin al mismo tiempo, para entonces marcar a su mejor amigo, pegando el celular a su oreja mientras observaba el oscuro cielo de las ocho de la noche. — Qué rápido ha pasado la hora.

— Cuando estás conmigo es así. — comentó Hwang pretencioso, a lo que Seung hizo una mueca de disgusto.

— ¡Oh! ¡Jeonginnie! ¿Dónde estás ahora? El juego acaba de terminar. — dijo el menor de repente, por lo que Hyun supo que Yang ya había contestado. — ¿Qué? ¿La montaña rusa? . . . Tan lindo y tan valiente. Iremos  enseguida. — y entonces colgó la llamada, guardando su celular al instante.

𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙣𝙚𝙫𝙖𝙙𝙖 ❄️ | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora