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Cuando Seungmin volvió con un par de tazas en sus manos, Hyunjin lo vio extenderle una, la cual aceptó, para después ver cómo el menor nuevamente se acomodaba en el espacio que había dejado al lado de sus piernas (espacio que Hwang dejó intacto mientras lo esperaba).

— Oh, wow — soltó el rubio luego de darle un sorbo a lo que parecía ser su bebida preferida, con una mueca un poco disgustada. Min le exigió una explicación con la mirada. — ¿Es la primera vez que preparas café?

— Me esforcé, así que, de nada. — contestó el peli negro indignado. Hyun rió en cuanto lo vio arrugar la nariz con molestia. — ¿Qué es tan gracioso?

— Tu cara es graciosa — intentó bromear, a lo que Seung le sacó la lengua. — Te puedo enseñar a preparar un buen café si se te apetece.

— Se lo agradezco, magnífico príncipe, pero no tomo café y esta quizá sea la última vez que intente preparar uno. — declaró con una seriedad, irónicamente, no muy seria.

— ¿Qué veo? ¿Signos de preocupación? — interrogó el mayor, fingiendo una excesiva sorpresa en su expresión. — Aigoo, dulce cachorro, no sabía que podrías preocuparte tanto por mí, hasta al punto de preparar por primera vez una taza de café sólo porque sabes que amo esta bebida.

— En realidad preparé dos tazas porque no había otra cosa en la alacena. — aclaró con ese mismo tono de voz burlesco.

— Me gustaría ir a comprobarlo, pero como verás estoy un poco indispuesto, así que haré como que no te creo. — le siguió el juego, terminando con una sonrisa hipócrita que contagió otra sonrisa falsa en el rostro del menor. — ¿Y qué me vas a cocinar para el almuerzo, mi dulce cachorro?

— Pensé que no te gustaban los cachorros, los perros, los dalmatas y los chihuahuas. ¿Qué te hizo cambiar de opinión, magnífico principito? — cuestionó de repente el menor, cambiando el rumbo de la conversación con una facilidad que desarmó el escenario que habían construido hasta ese momento.

Hyunjin borró todo rastro de su sonrisa y desvió la mirada, hundiéndose cada vez mas en ciertos, poco recurrentes, recuerdos de su niñez. Seungmin nuevamente supo que había tocado un punto sensible para el rubio, por lo que el ambiente se volvió algo incómodo y él no pudo evitar golpearse mentalmente por seguir siendo tan descuidado con su curiosidad disfrazada de bromas.

— ¿Acaso . . . un perro te mordió una nalga de niño? — preguntó, logrando que Hyunjin lo mirara y también tuviera un atisbo de sonrisa. — Tranquilo, puede pasar. Hasta podría decir que es algo usual. Si te hace sentir mejor, puedo decir que me pasó algo parecido.

— A estas alturas me siento lo suficientemente cómodo como para contarte cosas que normalmente no le digo a nadie, ¿sabes? — confesó el rubio, tomando una gran bocanada de aire y expulsando todo tras un par de segundos. Min, inconscientemente se puso cómodo, esperando a que el mayor comenzara con su relato. — Recuerdo que fue un mes de Enero, justo como este. Había pasado la navidad, y por supuesto, no pude obtener los hermosos regalos que imaginarias que puede recibir un niño de nueve años con un padre millonario, porque mi madrastra de ese entonces decía que el conocimiento que me podrían brindar los libros era mucho mejor para mi hermano y para mí, que unos simples juguetes de plástico.

— Vaya, y yo pensé que la madrastra de cenicienta era malvada. — comentó el menor, en un intento por disipar la pesadez de los recuerdos que estaban predominando en la mente de Hyunjin.

Y justo en ese momento apareció esa sonrisa en el rostro de Seungmin, cosa que hizo un buen, excelente, increíble y magnífico trabajo iluminando esa densa oscuridad.

— Aquí viene la peor parte. — le avisó el rubio, cada vez menos tenso. — Tal día que aún recuerdo, estaba jugando en el jardín trasero de la mansión con mi hermano.

𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙣𝙚𝙫𝙖𝙙𝙖 ❄️ | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora