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23 de enero

Sólo habían pasado unos pocos días, pero cuánto había extrañado el penthouse de su príncipe.

Hyunjin llevaba una sonrisa tatuada en su rostro mientras observaba cómo el menor se quitaba el abrigo y la gorra, para entonces colgarlos. Recordó que el día anterior había imaginado que jamás volvería a ver a Seungmin haciendo eso. Desechó esos pensamientos agitando su cabeza ligeramente. Cuando su novio estaba con él, la realidad se tornaba más hermosa que un sueño.

Ambos estaban en el umbral, despojandose de su calzado para poder ingresar al enorme departamento, pero de repente el rubio se colocó a su lado con rapidez cuando Kim estuvo a punto de dar un paso más hacia el interior. Se quedaron viendo cara a cara en silencio; el peli negro aun sin entender esa acción y el mayor mordiendo su labio inferior con cierto grado de emoción.

— ¿Qué te pasa? — le preguntó desconcertado. Entonces lo vio señalar hacia arriba con su dedo índice y su mirada, por lo que echó su cabeza hacia atrás para poder ver lo que señalaba, dándose cuenta de que había caído en su plan. — Pero la navidad ya pasó.

— Pero sigue siendo un muérdago. — murmuró provocativo, tomando sus manos con cautela y acercándose a él con una sonrisa.

— ¿Y si ingresabas con alguien más? — cuestionó Seungmin, queriendo ponerlo en aprietos. Sin embargo, la sonrisa del principito no desapareció, y en cambio sus rostros se aproximaron.

Hyunjin cerró los ojos y susurró:

— No importa nadie más. — sus labios se rozaron entre sí, en ese momento Seungmin cerró los ojos y fue quien se apresuró en besarlo, causando otra sonrisa en su príncipe. — No volvamos a pelear, ¿de acuerdo?

— Lo prometo. — y tras ello llegó otro beso esporádico. Ambos sonrieron, para entonces volver a besarse por más tiempo.

25 de enero

Jeongin le había dicho que podía soportar estar toda una semana sin él, y aunque no se lo había dicho directamente, Seungmin supuso que andaría con Minho todo ese tiempo.

Kim apagó su celular y lo colocó sobre una de sus pantuflas, para después cerrar los ojos y abrazar a Hyunjin, ya que los dos estaban echados sobre el sillón, y el rubio mantenía su cabeza apoyada en su pecho. Luego de disfrutar del almuerzo y las galletas que habían hecho juntos, habían estado conversando en su lugar especial. Para ser sincero, Seungmin no recordaba cómo habían terminado así, pero amaba sentir que teniéndolo tan cerca podía protegerlo del mundo.

— ¿Hay algo que odies? — le preguntó curioso.

— Que falte poco para que acaben las vacaciones. — respondió el rubio, manteniendo los ojos cerrados.

El silencio tan cómodo que podían compartir era como el mismísimo paraíso.

— Pero que sea algo tangible, duh — dijo Seungmin al cabo de un rato.

— ¿Por qué quieres saber eso? — el curioso fue esta vez Hyunjin.

— Para regalartelo en tu cumpleaños. — bromeó, causando que el mayor se cambiara de posición sólo para mirarlo a los ojos. — Hashtag: bromita. — entonces el rubio sonrió con aire divertido.

— Ay, Kim Seungmin. — volvió a apoyar su cabeza en el pecho de su novio. Escuchar sus latidos era relajante.

— Quería escucharte reír. — confesó, comenzando a acariciar su cabellera con delicadeza. Hyunjin volvió a sonreír, ya que en ese momento los latidos del menor se aceleraron. — Ahora podré dormir feliz.

𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙣𝙚𝙫𝙖𝙙𝙖 ❄️ | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora