.•∆ 33 ∆•.

1.3K 254 174
                                    

En definitiva debía dejar de beber cada vez que se quedaba a solas con el príncipe.

Seungmin no podía recordar con exactitud el porqué estaba echado en el sillón de una sala que no era la suya con el chico que, dos semanas atrás, no habría pasado ni con agua del mismo manantial. No podía juzgar sus propias decisiones, pero eso mismo estaba haciendo. ¿Por qué carajos se dejaba abrazar? Y lo peor: ¿por qué carajos él también lo abrazaba?

— Esto es muy gay. — murmuró, mientras miraba su pacífico rostro aún navegando por el dulce mundo de los sueños. — Ey, principito, debo ir a mi casa.

— ¿Qué? — pregunto Hyunjin somnoliento. Ni siquiera podía abrir aún los ojos.

— Dije que debo ir a mi casa. — vocalizo como lo hacen las maestras de idiomas o del jardín de infantes, con la intención de que no hayan malentendidos.

— Ya estás en tu casa . . .

— ¿Qué? No. Hablo de mi casa, en donde vivo con Jeongin, ¿recuerdas? — interrogó, removiendo con cierta fuerza el cuerpo del mayor. — Carajo, acabo de recordar que hoy tengo que ir al dentista.

— ¿Qué? — cuestionó el rubio, abriendo los ojos por fin y encontrándose con su mirada. — ¿Quieres que te lleve?

— Estás mal de la pata, así que no, gracias. — respondió, intentando no sonar hostil, cuando los términos que había escogido no iban bien juntos. — Me ayudarías mucho si te levantaras. Tampoco es como si quisiera empujarte para que te rompas el cráneo. Tengo mis límites.

Hyunjin soltó una pequeña risita, para después decir con voz suave:

— No pensaste en eso cuando una vez despertamos en mi cama y me hiciste rodar con tal de que cayera al suelo. — otra vez rió, y entonces agregó — Gritaste mucho y me tuve que aferrar a las sábanas para no caer.

— ¿El día que nos quedamos encerrados aquí porque te olvidaste la contraseña? — trató de recordar, sonriendo ante la anécdota y su sonrisa mientras asentía. — Fuiste todo un guerrero.

— Gracias. — murmuró solemnemente.

Seungmin hizo el ademán de pararse, a lo que Hyunjin no tuvo más opción que hacer lo mismo, soltando el cuerpo del menor para poder sentarse, dejándolo libre y con la oportunidad de irse.

— ¿Le avisaste a Jeongin que no iría a casa? — preguntó de repente, saliendo del sillón y buscando su celular en la mesita de en medio.

— Ammm . . . Nop. Pero estuve pensando en ello — se adelantó en decir antes de que el menor se quejara. — ¿Por qué debes avisarle sobre todos tus movimientos? Es decir, ambos son adultos y sólo mejores amigos.

— También somos roomies, así que es importante. — aclaró, encendiendo su móvil y dándose cuenta de la fecha, además de la hora. — Oh, mierda, hijo de mil-

— ¿Con esa boca besas a tu madre? — se burló, ganándose la mirada de Seung, a lo que preguntó — ¿Qué? ¿Llegarás tarde a tu cita con el dentista?

— Mañana es el cumpleaños de Jeongin. — manifestó aún con incredulidad. No podía creer que lo había olvidado por completo. — Maldito capitalismo, no le he comprado ningún obsequio. No tengo mucho tiempo. Debo irme.

— ¿Ya te vas? — interrogó con un atisbo de decepción. — ¿Puedo ir al dentista contigo? — agregó, viendo cómo el menor iba rápidamente por sus cosas al umbral de la puerta. — Me quedaré solo aquí-

— Mañana nos vemos, ¿sí? — le aseguró ya con su abrigo y gorra puestos. Se acercó a él antes de colocarse su calzado, y tocó su hombro. — ¿Puedes comprar el pastel?

𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙣𝙚𝙫𝙖𝙙𝙖 ❄️ | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora