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Estaba echado sobre el sillón que había sido comprado y colocado en ese lugar por él.

Seungmin terminó de leer esa extensa lista y colocó los papeles encima de su pecho, como si los estuviera abrazando, manteniendo los ojos cerrados y suspirando nostálgico.

Todas las luces de ese penthouse estaban encendidas; cada sección, tanto la piscina, como el trampolín, la terraza, los baños, las habitaciones, el closet, la cocina, la sala y el comedor estaban vacíos, y Kim pensó: "¿cómo le hicimos para sentir que la casa siempre estuvo llena, cuando sólo éramos tú y yo?".

En un intento vago por levantarse (se sentía tan débil, ya que no había estado comiendo bien esos días), escuchó cómo su celular caía con fuerza contra el piso. Por ello se levantó y se dio cuenta de que a este se le había salido la funda. Suspiró al imaginar que la pantalla probablemente se había rayado, y entonces recordó que ese mismo celular, un par de meses atrás, había sido mandado a reparar por Hyunjin en el centro comercial.

Se apresuró en agacharse, colocándose de rodillas sobre el suelo y dejando los papeles en el sillón. Cuando se acercó a recoger las dos piezas, se dio cuenta de que había algo más.

— Un pétalo — murmuró con un brillo singular en sus ojos. — De las flores que me regalaste cuando me sacaron la muela del juicio . . . — entonces sonrió, y volvió a poner todo en su lugar. Guió su vista hacia al frente y vio toda la ciudad a través del grueso vidrio. — Quizá no vuelva a venir acá, así que debería tomar un foto — se convenció a sí mismo, por lo que encendió su móvil, e inmediatamente mensajes tanto de sus amigos como de sus padres llegaron sin previo aviso. — Oh, cierto, había estado apagado. — recordó, sintiéndose culpable. Ingresó a su bandeja de mensajes y vio que un número desconocido le había enviado cuatro mensajes de distintos días cada uno, y aunque se le hizo conocido, decidió leer el chat de su mamá primero. — Ya se enteró . . .

Después de decirle que no estaba seguro de ir a visitarlos, pero que igual lo intentaría, se paró, se alejó unos cuantos pasos del sillón y tomó una foto de esa vista. En cuanto bajó su celular con lentitud, tuvo un deja vu demasiado específico. Ahí había estado parado cuando Hyunjin lo citó a su casa y le preparó una sorpresa con pétalos de rosas  regados en el piso, con música de fondo y una cena romántica. Casi podía verlo, surgiendo de repente después de haber estado oculto detrás del sillón, ese bello y enorme sillón, donde se dieron su primer beso.

— Luego bailamos — susurró, envuelto en sus recuerdos. — Bailamos aquí . . . Y me besaste con el valor que yo nunca tuve para aceptar ser tu novio en ese momento . . . Yo también tengo una lista de las cosas que me gustaban de ti, principito. — y esas tan conocidas lágrimas volvieron a asomarse por sus ojos. — Desearía que estés aquí conmigo — se desmoronó, quedándose sentado sobre el piso y dejando su celular de lado. — Pero te prometo que seré valiente por ti. Le diré a mis padres la verdad. No serás más un secreto, porque fuiste mi mayor orgullo, lo mas hermoso que me pasó y . . . Quiero que todo el mundo lo sepa.

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𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙣𝙚𝙫𝙖𝙙𝙖 ❄️ | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora