50 | abismo.

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Como era de esperarse, la madre de Mira tenía aquella misma manera de hablar y aquel par de ojos brillantes que transmitían dulzura idénticos a los de su hija. ¿O quizá los de Mel se parecían a su madre, más bien?

La mujer había adoptado a Chaemyeong con el mismo cariño que le daría a su propia primogénita antes de darse cuenta. En cuanto descubrió que era ella la chica de la que su hija tanto le había hablado, no pudo evitar pasársela dándole una atención especial, además de hacer su mayor esfuerzo para agradecer con acciones por todo lo que su hija había dicho que había hecho por ella.

De cualquier forma, no se había tratado solo de Chaemyeong: la mujer había acogido con dulzura también a los dos muchachos que aparecieron ahí (de imprevisto para ella), y les había hecho sentir bien recibidos.

Con ayuda de los menores, preparó un festín para la comida, y se la pasó contándoles sus anécdotas en juventud.

— Nunca había visto a mi madre tan feliz, y hablando tanto —susurró Mel, mientras apilaba los platos sucios sobre la mesa—, creo que extrañaba la compañía

— Debe haberse sentido muy sola todo este tiempo —respondió la menor, mirando a la muchacha frente a ella.

La muchacha asintió levemente, mirando a su alrededor en búsqueda de más cosas que debieran llevar a la cocina, donde los otros dos muchachos esperaban, después de haberse autodenominado los encargados de lavar la vajilla.

— Mira —le llamó la atención la pelinegra, dejando los vasos sobre la mesa—, ¿cómo estás?

Aunque la pregunta sonaba algo fuera de contexto, Mel sabía a qué se refería con exactitud. La menor sonrió levemente.

— Estoy mejor ahora. No deberías preocuparte por eso

— ¿No? ¿Cómo me pides eso? —susurró, confundida—: después de todo esto ni siquiera entiendo cómo estás afrontando tu recuperación con tanta tranquilidad, como si no hubiese sucedido nada y todo estuviera bien. No puedo ni asociar la idea de cómo fuiste capaz de decirle al CEO que podrías regresar el próximo mes si él lo creía necesario

— Porque abandonaré el grupo, y necesito ir a la compañía lo más pronto posible para hacérselos saber. No importa cuánto quieran imponer como una deuda incluso después de lo que pasó, no voy a seguir ahí, y quiero decírselos lo más pronto posible para que todo el mundo deje de esperar mi regreso

La menor habló firmemente, mientras observaba el rostro de la muchacha frente a ella con atención. Estaba segura de lo que decía: su voz, su semblante, incluso su postura lo dejaban ver. Chaemyeong asintió levemente.

— No tienes que preocuparte. Una vez esté fuera de mi vida, podré encontrar más tranquilidad con facilidad —añadió, para finalizar la conversación.

Mel recogió algunos de los platos para dirigirse a la cocina, dejando a la mayor en el comedor, analizando la conversación que acababan de tener.

Tanto Jimin como Jungkook sonrieron ampliamente, con amabilidad, quedándose en silencio en cuanto la menor cruzó el umbral de la puerta. La recién llegada entrecerró los ojos, mirándoles con algo de confusión y curiosidad: ambos habían sido algo obvios al momento de detener su conversación para que ella no la descubriera.

Apesar de ello, salió de ahí sin decir nada.

Jimin relamió sus labios.

— Tú lavas, yo seco —murmuró, entregándole los objetos recién llegados al menor. El pelinegro frunció las cejas—. No estoy abierto a discusión, lo lamento

❜ Big Hit's Soloist ── BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora