Prólogo.

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Chaemyeong corría con mucha prisa hacia la cafetería donde ejercía su trabajo de medio tiempo. Se le había hecho tarde porque se había quedado conversando con sus amigas en la salida de clases.

— ¡Lo siento! —chilló cuando golpeó sin querer el hombro de un muchacho que caminaba por la acera por la que corría. La gente la miraba extrañada, preguntándose porqué una joven muchacha que aún llevaba su uniforme corría con tanta prisa hacia quién sabe dónde.

Una vez llegó a la pequeña cafetería, se acomodó el uniforme en la puerta para entrar al establecimiento luciendo un poco más presentable. Abrió la puerta, y caminó aún con rapidez hacia la zona de empleados topándose con una de sus compañeras de trabajo. La muchacha la miró enarcando una ceja, y ella inmediatamente le sonrió con nerviosismo, inclinándose en forma de saludo.

— Buenas tardes —pronunció la mayor mirándola negando con la cabeza—, otra vez llegas tarde, Chaemyeong —murmuró dejando en su casillero sus pertenencias—, ¿qué sucedió esta vez?

— Es mi último mes de clases, unnie —susurró, dejando sus cosas en su casillero con rapidez mientras buscaba su uniforme para cambiarse—, las clases son realmente pesadas a pesar de que deba ir solamente siete horas.

— Sí, te entiendo. También estudié ahí, ¿lo recuerdas? —habló con una pequeña sonrisa—. Cámbiate lo más rápido posible, por favor. Jaegeun y Hyoseok están muy ocupados.

La menor asintió repetidas veces viendo a la mayor salir del salón. En ese momento, entró a baño a cambiarse con rapidez su uniforme para salir y comenzar a ayudar a sus compañeros.

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La tarde fue relativamente rápida y tranquila, para ser la cafetería predilecta de los ciudadanos de Seúl. No había llegado mucha gente, y sus empleados realmente lo agradecían.

Eran las siete de la noche, y a pesar de que había unos cuantos clientes, parecía que no habría muchos más. En una hora cerrarían, así que probablemente la gente lo sabía y por eso prefería no ir al lugar en esas horas.

Entonces, un hombre vestido de traje negro entró a la cafetería, sentándose en la barra a la espera de ser atendido. Todos los empleados miraron a Chae, diciéndole con la mirada que ella debería atenderle. La más joven rodó los ojos, pero caminó hacia el nuevo cliente con una sonrisa amistosa.

— Buenas noches, ¿en qué puedo servirle? —pronunció la muchacha mirando al hombre cortésmente.

— Un expresso, por favor —la muchacha de cabello castaño asintió y se movió hacia la máquina de café para preparar la bebida que él solicitó.

El hombre miraba a la muchacha con interés y de manera respetuosa aunque algo invasiva, remarcando las facciones de su pequeña cara en búsqueda de algo que solamente él sabía qué era. Hyoseok lo notó, y caminó sin dudarlo un segundo hacia Chaemyeong posando su mano derecha con fuerza y de manera algo posesiva en la cadera de la muchacha, acción que la tomó a ella y al cliente por sorpresa.

— ¿Necesitas ayuda? —murmuró, provocando que la muchacha lo observara con curiosidad y el ceño fruncido mientras negaba.

La menor tomó el vaso de café entre sus manos para entonces entregárselo al cliente que miraba la escena con una pequeña sonrisa.

— Soy Kim Yubin, un cazatalentos —se presentó, más para el muchacho que lo veía de manera extraña que para ella—, trabajo para Big Hit Entertainment, una de las empresas más grandes en entretenimiento. Creo que tienes el físico ideal para formar parte de nuestra compañía.

La chica lo miraba con el ceño fruncido, y el muchacho unos pasos detrás de ella con algo de sorpresa.

— Si te interesa, podrías presentarte a nuestras audiciones —el hombre que ahora reconocía como Yubin le entregó un pequeño papel con la dirección de su empresa y su nombre, además de un número de contacto. Además de eso, puso en la barra un billete como pago del café, levantándose con una sonrisa amable y saliendo segundos después del lugar sin decir nada más. Chaemyeong volteó a ver al muchacho detrás de ella.

— Hyoseok —pronunció la menor—, ¿porqué apareciste así?

— Yo... Ese tipo estaba observándote mucho. Pensé que... pensé que quizás era un pervertido o algo así.

— Al parecer no lo era, y no deberías aparecerte así tampoco. Me asustaste, y por poco te golpeo.

— Lo siento, solamente estaba preocupado —murmuró el muchacho pelinegro bajando la mirada. La menor le sonrió y se encogió de hombros, guardando el pequeño papel en su bolsillo mientras caminaba a las mesas para recoger y limpiar las mesas que habían sido desocupadas.

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❜ Big Hit's Soloist ── BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora