¡TE LO PROMETO!

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Giro levemente el ramo entre sus manos con nerviosismo y duda, esperando en medio de la sala principal del palacio mientras se debatía internamente sobre como presentarse. Después de haber adquirido las flores en el mercado, se dirigió de seguido hacia el palacio para poder entregárselas a Eren tan frescas y hermosas como las compro, esperando con fervor que su salud estuviera mejor que la última vez que lo vio, tan frágil y débil que la culpa lo dominaba por completo. ¿Le reclamaría algo? ¿Le guardaría rencor por haberlo dejado solo?

Negó con la cabeza rápidamente al darse cuenta del rumbo en el que iban sus pensamientos, riñéndose por el hecho de haber pensado tal barbaridad sobre el castaño. Antes de que el nerviosismo lo dominara por completo, una presencia logro captar su atención, dirigiendo su mirada hacia la persona que bajaba las escaleras con gesto serio y elegante.

– Lamento haberle hecho esperar tanto – se disculpó Reiner en cuanto bajo los últimos escalerones, acercándose al rubio con gesto interesante al ver el objeto que cargaba entre sus manos – ¿Le puedo servir de algo? ¿Viene a un asunto en particular?

Reiner lo reconoció al instante; la persona que ayudaba a Eren en su proyecto.

– En realidad, solo pase aquí unos momentos para dejar esto – dijo al tiempo que alzo el ramo de flores – Me gustaría que se las entregara al príncipe Eren como muestra de apoyo para su recuperación. Es un regalo de mi parte para cuando despierte...

Reiner alzo la ceja con desconcierto: – Disculpe la interrupción pero el príncipe Eren ya despertó – comunico ante la mirada sorprendida de Farlan – Ha tomado conciencia cerca de la madrugada, así que ahora se encuentra estable y en buenas manos, a cargo del doctor del reino. Aunque claro, aún esta reposando en cama.

Un sentimiento de alivio inundo por completo el interior de Farlan, quien soltó una pequeña sonrisa al oír aquellas palabras que sin duda alegraron su día.

– En ese caso ¿Puedo ir a verlo? – pregunto casi al instante – Solo tomara unos momentos, me gustaría ver como esta.

Reiner dudo un poco ante su petición. Estaba al tanto de que en ningún momento se prohibió algún tipo de visita, sin embargo dudaba de que el príncipe Levi le diera el visto bueno a eso.

– Por favor – insistió el rubio con afán – No tardare mucho.

Suspiro en rendición antes de contestar con voz calmada: – Solo le pido que no lo agobie mucho – condiciono con seriedad – Su estado aun es delicado y no estoy seguro de si el príncipe Levi permite que aun mantenga visitas.

– Entiendo – acepto de inmediato.

El rubio asintió con satisfacción, girando sobre sus talones para volver a tomar el camino por donde vino: – Por aquí.

Farlan no dudo ni un segundo en seguirle el paso, sintiendo como un pequeño sentimiento de emoción se alojaba en su pecho. Reiner lo guio hasta el segundo piso para después, tomar el pasillo que conducía a las habitaciones principales, siendo solo dos las únicas ocupadas de entre las seis que existían. Farlan dedujo cual era la que le pertenecía al príncipe al dirigirse hacia la puerta del fondo, la más grande y la más ostentosa a la vista, con diseños que seguro habían costado una buena suma de dinero.

– ¿Gusta que lo presente? – pregunto Reiner de manera cortes, girándose hacia él antes de cruzar el umbral de la puerta.

– No es necesario, yo puedo entrar solo – negó un par de veces con amabilidad.

El rubio asintió y se hizo a un lado para que Farlan pudiera ingresar sin problemas. Tal vez era su imaginación, pero veía al visitante con un semblante algo inusual, como si se encontrara emocionado. Aun a pesar de todo, Reiner no comento nada al respecto.

PRINCIPE ARROGANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora