ELIGIENDOTE

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- Príncipe Levi - llamó un sirviente mientras tocaba la puerta de su habitación - Príncipe Levi, es hora de despertar.

Se removió de entre las sábanas, abriendo los ojos pesadamente cansado de no haber dormido casi nada, tapándose la cara con una mano al recibir un rayo de sol que se colaba por la ventana.

- Príncipe Levi ya es ho-

- Te escuche joder - dijo fastidiado mientras revolvía sus cabellos - Ya desperté así que lárgate de aquí.

- Con permiso - respondió el sirviente mientras se alejaba rápidamente de la habitación, no quería hacerle enojar más.

Levi comenzó a estirarse, maldiciendo por debajo al ser despertado tan temprano, sin embargo un ligero movimiento a su derecho hizo que se diera la vuelta, encontrándose con una mujer acostada al lado de él, siendo las sabanas las que cubrían su notable desnudez.

- Hola - saludo aun adormecida mientras tomaba una posición cómoda.

- Petra, te dije que te fueras en cuanto acabáramos - dijo frunciendo el ceño al ver que la joven se había quedado toda la noche con él, aunque era su favorita tenía que ser igual con todas.

- Pero Levi, estaba tan cansada por lo de anoche ¿tú no? - preguntó con sensualidad mientras se acercaba a él y comenzaba a besarlo juntando sus cuerpos desnudos, empezando a bajar su mano hacia el miembro del azabache.

- Eso no significa que tienes permiso de quedarte - mencionó cortando el beso y tomando la muñeca de Petra, deteniendo el recorrido hacia su parte baja. Se alejó de ella, parándose de la cama y comenzó a dirigirse hacia el baño

- Cámbiate y vete.

La castaña solo suspiro, haciendo caso de las indicaciones de Levi, a ñn de cuentas era su jefe.

Levi Rivaille era príncipe del reino de Trost, siendo popular por su riqueza y actitud era el tema de conversación entre las personas. De una apariencia digna de la realeza lucía una piel blanca de porcelana que hacía contraste con su cabello negro; su sola presencia atraía las miradas de todos. Sin embargo a pesar de ser popular nadie se acercaba a el a causa de su temperamento, mostrándose siempre prepotente y superior a los demás, no dejaba pasar una oportunidad para humillar a cuantas personas pasan frente a él. No se detenía por nadie, él era su único jefe.

Ahora se encontraba dándose un baño, eliminando todo rastro de sudor de su cuerpo, después de una larga sesión de sexo. A pesar ser despreocupado con las cosas, era exigente en cuanto la limpieza, para él el estar sucio era sinónimo de pobreza. Jamás permitiría ver un rincón con polvo en su castillos, no mientras él estuviera vivo.

- ¿Se repite esta noche? - preguntó la mujer entrando al lugar sin importarle que el azabache estuviera desnudo dándose una ducha, lo había visto miles de veces así.

- Olvídalo, tengo cosas que hacer - mintió sabiendo que Petra odiaba que la rechazaran, sin embargo tenía que castigarla por desobedecer sus órdenes - ¿No deberías estar en los pasillos del castillo lavando las sabanas? Para eso te pago ¿no?.

La joven frunció el ceño, molesta por sus palabras y mostrándose indignada salió de la habitación cerrando de un portazo sin importarle que alguien la viera salir de la habitación del príncipe con el uniforme arrugado y el cabello revuelto, a fin de cuentas solo era la ama de llaves y una de las cientos de chicas con las que Levi se acostaba.

Salió del baño, cerrando la llave de la regadera y envolviendo una toalla alrededor de su cintura, abrió su armario en busca de algo de ropa para ponerse, y eligiendo uno de sus trajes hechos a la medida comenzó a vestirse para salir a desayunar.

PRINCIPE ARROGANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora