El regreso de los hermanos Mackpato

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Barrotes y celdas, celdas y barrotes... la chica corría a tal velocidad que atraparla era imposible. Un cuerpo se desplomó frente a sus ojos, luego otro, los hombres enmascarados caían cuando ella pasaba, ella les derribaba... de alguna manera sabía que lo hacía... Barrotes y celdas, celdas y barrotes. El mundo cada vez se volvía más oscuro, antes de llegar al último pabellón las luces se encendieron, las sirenas cantaron y la chica se desplomó en el suelo sufriendo.

Rosita abrió los ojos de golpe. Un sudor frío le cubría el cuerpo y el corazón le saltaba tan acelerado que parecía había estado corriendo un maratón hace poco.

La pesadilla esa noche había sido demasiado real. Tanto, que parecía que lo sucedido lo había vivido en algún momento y no conseguía recordar cuando. Pasó sus dedos por su rostro notando el temblor en ellos y lo frío de su piel, había dado tantas vueltas por la cama que había arrojado todas las mantas al suelo.

¿Por qué estaba sucediéndole todo eso? Rosita no entendía. Iba ya una semana de sueños extraños. Con lágrimas en los ojos afirmó la frente en las rodillas y se quedó allí intentando tranquilizarse.

Todo iba tan mal.

Mordió sus labios con fuerza ahogando el llanto "la atraparon, otra vez la atraparon"

¡Ella entendía eso! ¡La atraparon! ¡Bien! ¡¿Pero por qué?! ¡¿Y a quién?!

Tomó aire profundamente y quitó el último rastro de lágrimas de sus mejillas. No. No tenía tiempo para sus sueños sin sentido.

Rosita se arrojó a sí misma fuera de su cama y se metió al baño para un merecido baño caliente. Ya allí observó los moretones que cubrían su piel y la marca de mordidas en su brazo. Cerró los ojos nuevamente.

Estaba cansada de todo eso, los sueños, el grupo que la acechaba en la preparatoria, que Hugo estuviese enfadado con el mundo. Que su abuela hubiese amenazado con sacarla de la preparatoria si volvía a complotar contra civiles indefensos ¡Los chicos de la preparatoria no eran civiles indefensos! ¡Eran malos! ¡Muy malos!

Rosita estaba harta de no lastimarlos cuando ellos intentaban hacerle todo el daño que podían ¡Y ni siquiera le decían el por qué!

Una semana. Iba una semana en la que ella no había hecho nada más que respirar y por alguna razón tenía a una banda de chicos que intentaba hacerle daño cada vez que podían, casi parecía personal, pero Rosita no le había hecho nada a nadie. Hasta los Mackpato tenían más razones que esos sujetos para querer herirla y aun así, la estaban acosando. La acechaban, la perseguían, habían intentado encerrarla en una cajuela y hasta la habían mordido.

Rosita ya no podía con todo eso. Era una locura no defenderse pero, también le había prometido a Hugo que sería buena y no causaría problemas ¿Y qué problemas? ¡Ella no había hecho nada! Luis y Paco habían sido los que la habían liado con Hugo y el campamento castor.

¡Y Ni siquiera sabía bien que les había hecho Hugo ese fin de semana! Solo que volvieron el domingo por la noche y Bautista llevó a ambos al hospital en donde habían quedado internos.

Hugo solo había mascullado un "se lo merecen" y solo había compartido unas cuantas palabras más con Rosita antes de ignorarla por completo, y con ignorarla se refería hasta ahora, ya que no hablaban casi nada.

La mansión nunca se había sentido tan fría y solitaria. No desde que Luis y Paco ya no estaban.

Con pesar se acomodó la ropa - elegida exclusivamente para evitar que los moretones pudiesen verse - y abrió la puerta.

Paco: ¡Ta daa! ¡Adivina qué súper estupendo mega ultra mejor amigo volvió a casa!

El chico movió sus manos señalándose con énfasis y una gran y brillante sonrisa que le arrugaba la tira de gasa en la nariz.

Loubby o Pacosita - "Me gustas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora